Entradas

Mostrando entradas de 2018

Vuelo nocturno

Imagen
Nadie en el 29 A, ventanilla, ningún ojo desde ese asiento vacante mirando la noche cerrada. Nadie llega a un aeropuerto vacío, donde nadie ha ido a esperar a nadie. No está la sonrisa que de pronto ilumina la llegada del otro, porque el otro no ha llegado. Un sitio vacío en el parking, un rectángulo negro de asfalto donde pesa la ausencia del vehículo a él destinado que no vino, solo un charco empapa la soledad amarillenta iluminada por una farola mustia. Desde la indignidad del sofá envejecido mirar de reojo el reloj que apenas mueve sus manecillas, en un lento e inexorable camino al vacío mortal de la no partida. Tras las cristaleras de terraza de barrio, los salones iluminados donde brilla el artificial fulgor de las aburridas televisiones que insisten en vulgarizar al país. La pequeña lucecita móvil se acerca desde el horizonte, otro avión, uno más que recuerda el desistimiento del viaje, el cobarde arrellanarse en los flácidos cojines azules de la indolencia, de la barbar

Lejos del Otoño

Imagen
Como la Baja California, tus piernas peninsulares, se extienden, dunas canelas, a lo largo de la orilla, el azul, deslumbrador y cambiante, viene y va mojando las puntas de nácar de tus dedos, sobre el verdoso reflejo que sube y baja, espejo ajado, los puntos blancos y cambiantes de las barcas. Cierras los ojos al sol y no sé qué sueñas, tu respiración leve da pálpito a pechos breves y firmes, como movidos por un magma interno, latente de pasiones adormecidas a la brisa de poniente. Tu vientre firme, se ondula suavemente a la caricia imaginada de mis manos, te apartas un mechón negro que el viento puso en tu cara, y mis ojos siguen el movimiento, ágil y delicado de tus dedos que parecen anémonas submarinas movidas por la marea, largas cintas verdes mecidas por las corrientes entre las que juguetean pececillos mudos de colores. Te recuerdo en otoño, cuando tu cuello se refugiaba en la cálida piel de tu abrigo, cuando tus ojos, huyendo del

Venías de paso

Imagen
Venías de paso , no estaba prevista la permanencia. Te quedaste, y no dije nada, no podría decirlo, me dejaste sin habla. A lo nuevo y placentero no se le ponen peros, ni al alba ni al ocaso, aunque no sepa muy bien si el amanecer promete o si el atardecer es una pequeña y bella muerte. ¿Qué más daba? Si era el final de mi carrera de lo que en la vida me esperaba, no hay mejor final, si es un principio, que lo es, no me importa el tiempo, porque el tiempo es más corto o más largo según lo llenes de vida. La rutina es interminable, como un camino de tierra al sol de agosto, en cambio, la aventura de descubrir tu cuerpo, de descubrir cada recodo de tu ser interior, es un vértigo, una vorágine futurista y animal, siempre dinámica. Las tiernas horas de la noche en el blanco reposo de tu cama, los rayos cruzando el cielo rojo y negro sobre la falda del monte, tormenta desde tu ventana y tu almohada. Las pisadas almohadilladas de tu gato blanco y negro,

El que nunca muere

Imagen
Nunca quise ser inmortal, me refiero a la inmortalidad en este mundo que conocemos. Nací católico y, aunque mi fe ha flaqueado a lo largo del tiempo, para mi cultura la inmortalidad deseada es la espiritual. La muerte es un tránsito momentáneamente más o menos desagradable que, de haber llevado una vida regularmente honesta, nos conducirá a un estatus más elevado de nuestra alma, más cerca de Dios, el reencuentro con las personas amadas que transitaron por el mundo antes que nosotros. La inmortalidad de la carne terrenal supone asistir al deterioro de los cuerpos amados, al fallecimiento sucesivo de todas las personas queridas, de todas las personas. Si este tipo de inmortalidad existe, sería seguramente una prueba sólida de la inexistencia del Dios bíblico. ¿Por qué iba a conceder Dios a una persona en concreto ese, supuesto, don que contradice su plan para la Humanidad? Mi más que segura inmortalidad es una prueba viviente de que probablemente Dios no existe, de que so

Detrás de la portería de Gol Sur

Imagen
Grada de Gol Sur Benito Villamarín Dejé el MARCA sobre su regazo, comentamos algo sobre el Betis y el Real Madrid y me despedí hasta la tarde. Cuando regresé ese mismo día a la hora vespertina de visitas, el ATS jefe de Observación me dijo que había sufrido una crisis y lo habían subido a la UCI de coronarias. No volví a verlo despierto. Mi madre no tenía valor para revisar sus viejos papeles, aún no. Por las tardes, después de salir del trabajo, me llegaba a su casa, más a acompañarla un rato que a poner en orden todo lo de mi padre. Papeles, contratos y fotos, en blanco y negro, con toda la gama de matices grises de aquellas viejas impresiones en papel duro. Entre ellas, almuerzos del gremio, reuniones con mesa presidencial, celebraciones, con botellines de Cruzcampo, con botellas de Fino Tío Pepe, platos de cuñas de queso y de chacinas, y camareros de impoluta chaquetilla blanca, y risas, caras alegres, algunas achispadas, con puros en las manos, Romeo y Julieta, Partagás.

Sexta luna de Saturno

Imagen
Sobre la pantalla azul junto a la puerta se silueteaban en amarillo intenso las palabras: SOLO CIUDADANOS AZ AX AY. Acerqué mi muñeca derecha para que el scanner leyera mi micro chip de identificación, el gas se diluyó unos segundos permitiéndome pasar. La imagen virtual de la recepcionista estaba muy conseguida, cada vez lo hacen mejor, un holograma prácticamente perfecto. Una chica blanca, de pelo negro e intensos ojos verdes, prestaba su imagen a la empleada que, cómodamente desde su casa, ponía voz a su avatar laboral. Me indicó amablemente el ascensor supersónico 15 para subir a la planta 324, donde se encuentran las oficinas de Zabala, Montesinos y Asociados. El bufete se estaba encargando de tramitar mi visado para poder trasladarme a Encélado, la sexta luna de Saturno, donde la Sociedad Occidental de Naciones Libres tiene una base de repoblación humana. La vida en la Tierra cada vez es más difícil. Tras ser borradas del mapa Tel Aviv y Haifa por los misiles atómi