Madrid en otoño, dos rápidas escapadas

NoDrama
Escribo esto mientras, en menos de tres días, he vuelto a viajar en Alta Velocidad a Madrid. Esta vez ha sido con motivo del Salón de los Mejores Vinos de España que organiza la prestigiosa Guía Peñín. La semana pasada recalé también en la capital del reino, por motivos también profesionales. En esa reciente ocasión, de la mano de los amigos de la agencia Acción y Comunicación, he tenido la oportunidad de conocer algunos negocios hosteleros ciertamente recomendables.

Entre una y otra visita gastronómica, he aprovechado para visitar una fantástica exposición en el antiguo edificio de Correos, en la famosa plaza de Cibeles. Hoy aquello se llama CENTROCENTRO Madrid, un espacio municipal con varias zonas culturales. Déjenme que les recomiende encarecidamente la visita a la exposición del pintor francés, Claude Monet que allí se puede disfrutar hasta el próximo mes de Febrero.

NoDrama

Pero pasemos a las cuestiones gastronómicas. Cena en NoDrama, un pequeño y estiloso restaurante de la calle Zurbano, regentado por el chef, Pablo Fernández, nacido en Chile pero con una larga trayectoria europea en locales de primer nivel. La cocina de NoDrama es imaginativa y con todos los ingredientes, nunca mejor dicho, de los restaurantes más de moda en los últimos tiempos: fusión, sofisticación, creatividad, equilibrio de diversos sabores, menú con varios platos donde el chef hace gala de sus dotes en un repertorio que recorre sus habilidades. 

El de NoDrama es satisfactorio, con referencias orientales y occidentales, que se combinan armoniosamente en la boca del comensal. La única pega, por decirlo un poco en plan humorístico, es que a veces te pierdes no ya en la explicación del plato, sino en su mera nominación, como ejemplo, dos sabrosas muestras del menú: Tartaleta de ají panca y tartar de atún, miso blanco, yema curada a la pimienta Timut. Otro: Dumpling chino de ragout de calamares con shiitakes japonesas y Laksa. Bueno y así. Sigo sin ver claro eso de las carrilleras deshuesadas en lingotes bañados en reducción de salsa de carne, pero sin embargo hay bocados que parecen simples y son extraordinarios, como los Mejillones escabechados con ají amarillo. Muy buena cena, aunque ni los locales más fashion se libran de mesas molestas de voces gritonas.

Mamaquilla
Al día siguiente almuerzo en Mamaquilla, un bar restaurante de ambiente latino, en el término que los yanquis le dan al vocablo. Colorido, buena barra de cócteles en la entrada y, al fondo, puerta que te da paso a un salón que no te esperas, donde hasta hay un espacio para que el pincha discos provoque a los comensales a mover el esqueleto en las sesiones nocturnas. 

Mejor de lo que, a priori, espero de este tipo de locales. Fallaron en los platos últimos, tanto el pescado frito como la carne no estaban bien. Donde triunfa Mamaquilla es en los bocados de pura estirpe hispanoamericana, sorprendiendo por ejemplo con su versión de la Gilda, en cucharilla, con trozo de pulpo, esferificación de aceituna y crema de ají en vez de piparra. Sus platos de raíz son frescos y estimulantes. 

Rocacho Madrid

Como colofón, en mi segunda visita relámpago, agradabilísima cena en Rocacho, en plena plaza del Marqués de salamanca. Allí compartimos los cortes de carnes de la casa, especializada en las brasas, con los extraordinarios vinos de Finca Allende, sentado, entre otros, con el mismo bodeguero, el gran Miguel Ángel de Gregorio, con el distribuidor sevillano de vinos, Simón Sánchez, Manuel Maldonado y sus fantásticos jamones ibéricos extremeños.

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