El pescaíto

Algo más del 92% de los sevillanos no irá a la cena del pescaíto, me refiero claro está, dentro de una caseta del Real de la Feria de Abril. Si nos referimos al área metropolitana, donde viven, o pernoctan más bien, muchísimos capitalinos de cuna y trabajo, el porcentaje ya se pone en el 97%, no digo nada si tenemos en cuenta al total de la provincia, y no contabilizo los miles de turistas que pululan por la ciudad a diario.

Y no irán por una muy sencilla razón, las casetas de la Feria de Sevilla son privadas y el cupo es limitado, más de la mitad son pequeñas casetas familiares (524 de un total de 1053). No critico el sistema que es así desde hace décadas, al que no le guste que no vaya. Pero lo que quiero destacar con estos datos es la habitual novelería de una ciudad que hace “costumbres tradicionales” a cosas que son de ayer por la mañana. Porque lo de la “noche del pescaíto” es un invento del otro día, y me refiero a como está concebida hoy día. Siempre ha sido la noche donde los socios de una caseta terminaban de poner el último farolillo de la caseta y tras el trabajo realizado, se pedían unos cartuchos de pescado frito para celebrarlo y salir cenados a las tantas de la pre-Feria. 

Pero como digo, para según qué cosas, a la milenaria Hispalis le gusta crear costumbres que se convierten en celebraciones tradicionales, tampoco es malo, porque toda costumbre o tradición siempre tiene su principio. Lo que pasa es que ahora todo se tiñe de mercantilismo, porque, y es lícito ojo, la hostelería local quiere rentabilizar esa moda para hacer caja en una noche que habitualmente sería de comedores desiertos. Así proliferan por la ciudad los “menús del pescaíto”, desde restaurantes de postín hasta el último bar de barrio. Pero en esto, como en todo, hay escalas, y a ese quiero y no puedo, se añade el pescaíto vergonzante del interior de las casas. Un dato al respecto, la popular freiduría Mara de la esquina de LLanes con Miraflores no acepta ya pedidos de entrega en domicilio desde una semana antes de la noche de lo que antes era “la noche del alumbrado” y no del pescaíto, de nuevo, por cierto, un lunes laborable.

Como todo se complica y no falta tonto para una moda, saltan los gurús de lo fashion para pontificar sobre los estilismos adecuados para la cena del pescaíto. Una cosa que era de mangas de camisa remangadas después del currelo de la caseta, se ha convertido en una pasarela Cibeles donde se ven los estilismos femeninos tipo boda y los trajes con corbata, otra moda que contradice los orígenes descorbatados de la Feria. “Cosas veredes, Sancho…”

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