Harveys y Fundador, historia viva de Jerez



De la mano de la Asociación de Sumilleres de Sevilla, tuve la oportunidad de asistir ayer, lunes 6, a una muy interesante cata de vinos y brandis de Jerez. Doblemente interesante, por los productos catados y por los conocimientos y manera de transmitirlos de los encargados de llevar la cata, Raúl de los Santos, de Grupo VARMA, y Alberto Pizarro, embajador de marca del Grupo Emperador, a la sazón, grupo propietario de Harveys, de Bodegas Fundador y de otras antiguas bodegas, hoy desaparecidas como marcas comerciales, como Garvey y Domecq.

La historia de Harveys, fundada en Bristol en 1796, es la historia de la relación comercial, tan significativa para estos vinos, entre el Marco de Jerez y las Islas Británicas. En 1871, John Harvey refundó una compañía dedicada a la venta y exportación de vinos, especializándola exclusivamente en vinos de Jerez. 

Allí, en el puerto de Bristol, nació el concepto de Cream, ese tipo de oloroso de ensamblaje entre vinos jerezanos. También la famosa botella azul cobalto del Harveys Bristol Cream, el jerez más vendido del mundo.

La bodega posee 300 hectáreas de viñedos en el Pago de Macharnudo, uno de los pagos más prestigiosos del Marco, de donde proceden las uvas de Palomino Fino y de Pedro Ximénez con las que se elaboran sus vinos. Entre las posesiones del Grupo Emperador, también la Bodega El Molino, nada menos que un casco de 1730, donde se crían los VORS.

Harveys comercializa sus vinos en estilizadas botellas de 50 Cl. Probamos la gama, comenzando por un Fino muy pálido, envolvente y glicérico, con la sequedad habitual de estos vinos. Seguimos con el Oloroso, antes del Amontillado, acertado orden gracias a la visión desde una persona que viene de fuera del mundillo jerezano, y que aporta su punto de vista sensato y muy pedagógico, Alberto Pizarro. El Oloroso nos trajo esas maderas finas y el dulzor de la avellana americana envueltos en un brillante color ámbar, muy elegante.

Luego pudimos apreciar esa fusión entre crianza biológica y oxidativa del Amontillado. Una solera que data de 1928. Tras él, el glorioso “accidente”, un Palo Cortado con un punzante principio y que al trasegarlo por la boca, nos trae los recuerdos de oloroso. Largo y elegante.

Yodo oscuro, brillante y con densidad media, un dulce de Pedro Ximénez que nos llenó la boca de pasas, higos y dátiles, notas de tofe y cierta acidez que aligera el trago. Por último, probamos el famoso Harveys Bristol Cream, un ensamblaje de cuatro vinos, algo excepcional en la categoría, una mezcla de Fino, Amontillado, Oloroso y PX inalterable desde 1882, cuando la marca creo el concepto Cream.

Tras probar un extrañamente cítrico y herbal, con un punto salino, vermut Marinero, elaborado con base de Fino, que me dio de entrada una sensación del limón que se echa a las almejas a la marinera, pasamos a la cata de brandis.

Como dicen los modernos, un acertado restyling de la marca, nos trajo unas elegantes presentaciones y unos magníficos destilados bajo la tradicional marca Fundador. Brandis criados en botas de vinos de Jerez, como sus Solera Reserva Doble Madera (botas de Amontillado y Oloroso) o el Solera Gran Reserva Triple Madera (botas de Amontillado, Oloroso y PX). 

En su gama alta, tres preciosas botellas para presentar el Fundador Supremo 12, 15 y 18 años. El Solera Gran Reserva 15 años, está envejecido una década en botas que contuvieron Amontillado durante 15 años. Un brandi seco, con el vino en su fondo.

El Fundador Supremo 18 años es una joya para degustadores de brandi. Una década en botas que han contenido durante 18 años vino Oloroso. Nariz fina, maderas nobles, ebanistería, un punto dulce, sedoso y envolvente, con una gran y elegante persistencia en boca.

Una gran cata que se desarrolló en las muy adecuadas instalaciones del restaurante Pando San Eloy.

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