Hasta el próximo 3 de Febrero de 2024, se puede visitar en
las salas de la
Fundación Cajasol de
Sevilla, una magnífica exposición de obras del artista colombiano,
Fernando Botero, fallecido este año en
su residencia de Mónaco. Botero había nacido en Medellín en 1932.
Hasta cincuenta piezas que muestran las coloristas pinturas
al óleo del autor, sus acuarelas, más sutiles en los tonos, y sus también muy
famosas esculturas, con la sensualidad que destilan sus pulidas formas
redondeadas.
Es posible que
Fernando
Botero sea uno de los artistas más reconocibles para el gran público. Sus
voluminosas formas, tanto en los objetos inanimados como en los seres vivos que
pueblan sus obras, han originado ese estilo llamado
boterismo que bebe, como toda su obra, del arte clásico, entendido
este como alusión a las grandes figuras de todos los periodos artísticos de la
historia. Así, desde los bisontes de las paredes de
Altamira, pasando por la monumentalidad miguelangelesca y las
redondeadas formas de
Rubens, hasta la
mezcla de morbidez sensual y colorista de un
Renoir.
Pero no solo ese estilo tan particular de formas gruesas
está presente en la obra de Botero. En sus pinturas encontramos la permanente
influencia de los recuerdos de su infancia y juventud en Colombia. Unas obras que,
por diseño de volúmenes y colorido, también afecta la influencia del muralismo
mexicano, y, si nos fijamos en los rostros de muchos de sus personajes, no solo
en las escenas más sórdidas y truculentas, sino incluso en la alegría de un
baile, nos podemos encontrar rostros que evocan los de un
George Grosz en sus escenas expresionistas de masas deambulando por
el Berlín de entreguerras.
Más atenuado en la paleta y con un carácter quizás más poético,
se muestra Botero en sus acuarelas. En ellas también encontramos ecos de
grandes de la historia del arte desde su punto de vista personal, como ese
personaje circense sentado que nos remite a las figuras del mundo del circo pintadas
por Picasso en su etapa rosa. Botero
bebe de esas fuentes y las reinterpreta con maestría y subjetividad, dándoles personalidad
propia. Lo declara el mismo artista que, aun respetando la tradición y los
temas tradicionales, los dota de una expresión “moderna y contemporánea de la
pintura”.
Es difícil resistirse a pasar suavemente la mano por
el pulido bronce de sus esculturas, que refuerzan con su tridimensionalidad, la
visión volumétrica de su concepción artística.
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