Napoleón (película, 2023), por fin fui a verla
La película parece uno de esos folletines históricos de
plataforma televisiva, solo hubiese faltado que Josefina fuera negra, eso sí,
bien costeado, digamos un folletín con taco gordo. Después de ver esta aburrida
película, ya me dedicaba a contar cuantas veces llegaba un carruaje a la puerta
de Josefina, me parece o que Ridley Scott está acabado o sus películas que
tanto admiro, las hizo otro.
Hago la salvedad de que falta por ver la versión híper larga
para televisión, aunque me temo lo peor. El hecho es que en dos horas y media
de película, que parece bastante, el director no cuenta lo que parecería
sustancial del personaje principal y de la convulsa época en cuestión, apenas
nos dice nada de los importantes acontecimientos que lo rodearon, para
centrarse en su patética historia con la dama protagonista.
Démosle ahora caña a Joaquín
Pohenix, uno de esos actores que siempre se interpreta a sí mismo, en pocas
películas lo salvo. En esta desde luego que no, parece como que está medicado o
algo, con ese rictus de cabreo ido de la olla, de hombros caídos y andares
zombis, un poco en plan malditismo del peor James Dean. Su señora está bastante
mejor, Vanessa Kirby. De hecho,
hasta Rupert Everett en los diez
minutos que sale como Duque de Wellington, le moja la oreja al emperador corso.
Lógicamente en una producción de este tipo, escenarios,
atrezzo, vestuario, etc. son magníficos y ya de por sí vale la pena verlo.
Hasta los que han criticado la película por sus fallos históricos, alaban las
escenas de batallas, a mí ni siquiera estas me parecen que estén logradas, como
muestra un botón, reducir la gran batalla de Austerlitz al truco de romper el
hielo, me parece una simpleza del Hollywood de la más baja estofa.
En fin, vayan a verla, hay que verla, es imprescindible para
todo aficionado al cine, luego si eso ya ustedes verán.
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