Recuerdo con cariño el antiguo Restaurante Sabina de la calle Dos de Mayo, creo que uno de los
restaurantes más acogedores y con cierto estilo que había en la ciudad.
Probablemente la última vez que comí allí, ya ha llovido desde entonces, fue
una cena con el gran bodeguero de Ribera del Duero, Tomás Postigo y con el
empresario, Luis Galán, fuimos los primeros en traer a Sevilla los grandes
vinos de Tomás. 
He revivido recientemente ese confortable estilo en Sabina Cartuja. Suelos de losas de
barro, techos de madera con finas vigas, luces indirectas, plantas y unos
magníficos muebles llenos de botellas de vino compartimentando el espacio. Se
respira calidez y, como dijo uno de los comensales que me acompañaban en la
mesa: “aquí vienen los jefes”, en referencia al público que llenaba el local un
día entre semana, en un entorno de empresas tecnológicas. A pesar de ello el
ticket medio, siempre dependiendo claro de lo que se pida (ojo con los vinos)
no está demasiado elevado y la calidad es evidente.

Calidad en la cocina y calidad en el servicio, un inciso en
esto último: el estilo del digamos “jefe de sala”, vaqueros y camisa medio
sacada, te lo puedes tomar como un punto de descuido o como una nota de
cercanía casera, a elegir. Curiosamente de la carta ha desaparecido el mítico
tartar que se servía en el antiguo emplazamiento del Arenal, que pasaba por ser
el mejor de Sevilla, cuando dicho plato ni estaba de moda ni pervertido en los
mil inventos que ahora se llevan. Me gustó mucho la ensalada de hojas frescas de espinacas con
pollo y lascas de queso. También el revuelto de patatas con trufa, muy gustoso,
aunque el sabor a trufa se come un poco el de las lascas de foie que coronan el
plato. Espectaculares de sabor las chuletillas de cordero. Muy buen nivel también
el magret de pato con salsa de ciruelas, con piñoncitos y una muy rica
guarnición de ensalada caliente de pimientos y habitas baby.
Para regarlo todo un Viña Alberdi 2019, un clásico de Bodegas La Rioja Alta, con todo lo
que se busca en un crianza riojano de este tipo, frutas rojas y negras muy
maduras y envolventes notas de las barricas de madera de roble. Por cierto, las
copas muy mejorables. Los postres uno sí y otro regular. Me encantó la tarta de
queso al horno y no tanto el tiramisú, el bizcocho debería estar más borracho
de café así como la presencia de mascarpone debería ser más evidente. Un Cristina Medium de González Byass fue
digno colofón de la velada.
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