Fernando Botero, la pintura carnosa

El pasado 15 de Septiembre falleció el artista, Fernando Botero en Mónaco. Nacido en la ciudad colombiana de Medellín un 19 de Abril de 1932. Pintor y escultor de fama mundial, incluso ha conseguido crear un estilo propio que se ha dado en llamar “boterismo” y ¿qué es el “boterismo”? Analicemos brevemente a continuación el peculiar estilo del colombiano que le llevó a convertirse en uno de los artistas más cotizados del mundo.

Lo primero que llama la atención en la pintura de Botero es su colorido, a mí me remite directamente a una personalidad artística muy hispanoamericana, probablemente con netas influencias de cierta pintura mexicana. La peculiaridad de su pintura, claramente figurativa, es el volumen corporal de sus modelos, dicho en lenguaje vulgar, sus gordos y gordas. El canon de cuerpos gruesos no es nuevo en la Historia del Arte, recordemos el estilo rubeniano. El pintor de la escuela barroca flamenca, usó un canon de belleza femenina de mujeres rotundas, carnosas, donde podemos ver los hoyuelos formados en sus sonrosadas y mullidas nalgas. 

La gordura de los cuerpos pintados por Botero no solo comprende a las figuras femeninas, sino a todos sus modelos, hombres, mujeres y niños e incluso animales, recordemos las esculturas de sus toros, a veces en solitario y otras llevando sobre sí a una oronda mujer, como si del rapto de Europa se tratase. También lo apreciamos en la gran escultura de caballo que se expone en Medellín y en otros animales reflejados por su creatividad.

A veces, medio en broma medio en serio, digo que el diseño actual de los automóviles que vemos cada día por nuestras calles, ha sufrido una “boterización”, son en algunos casos, como vehículos de los noventa inflados como globos, sobredimensionados, véanse como ejemplos significativos los nuevos Fiat 500 o el Mini (ya no tan mini) Countryman. De igual manera, los paisajes de Botero se llenan de figuras, y objetos, suflados, pero no rellenos de aire, sino de la misma materia del objeto creado.

Sus estudios en Italia, principalmente la pintura del renacentista, Paolo Ucello, le influyó en la definición del volumen de sus composiciones. Otros maestros del Renacimiento italiano influyen en la configuración del estilo de Fernando Botero, como la materia contundente que expresa Mantegna en su pintura. Botero también experimentó con otros estilos, no es extraño, ya que su carrera se desarrolló en un momento donde la figuración no estaba tan bien vista y triunfaban en todo el mundo los movimientos abstractos. De hecho el colombiano se instaló en el Nueva York del tránsito a los 60 del pasado siglo, en pleno auge de los pintores expresionistas abstractos de la “Escuela de Nueva York”, lo que influyó en su pintura de este periodo, aunque sin perder la figuración como referencia.

Gato en El Raval de Barcelona
Los finales de los sesenta y principios de los setenta, supusieron para Botero su consagración mundial. Época ensombrecida por la muerte en accidente de tráfico, por cierto ocurrido en España, de su hijo de tan solo cuatro años, Pedrito. Sus esculturas, habitualmente en bronce oscuro, pueblan numerosas plazas y avenidas de todo el mundo.

Pintura y escultura exuberante, no exenta de sensualidad, transmitiendo vitalidad y cierta ironía, en las multitudes de temas que trata en sus obras.

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