Viñedos de Robyn, el sueño de Miami en Jerez

Vuelvo después de unos días al mítico Pago Carrascal de Jerez de la Frontera. Si la última vez fue para vivir en directo la vendimia de las uvas de Pedro Ximénez de una gran bodega tradicional del Marco, esta vez he conocido el sueño vinícola y vital, de una pareja que ha decidido que Jerez sea su lugar soñado en el mundo para vivir.

Noel Robyn es un estadounidense con una larga trayectoria profesional que, tras vivir en varios países a lo largo de su carrera, varios de ellos en Argentina, junto a su mujer, Regina Redondo, decidieron hace unos años establecerse en Jerez como su lugar escogido entre otros que visitaron para que fuese su paraíso perfecto. Para ello compraron hace ocho años una finca situada entre viñedos en el Pago Carrascal, curiosamente un lugar que solo conservaba unas pocas hectáreas de Palomino Fino, antes fue propiedad de Bodegas Williams & Humbert, cuyo rastro se muestra en la veleta del torreón del caserío, estando lo demás sembrado de trigo y girasol. 

Rodeado de viñedos de significativas bodegas jerezanas, en una finca con mucha historia, Robyn decide plantar uvas tintas y elaborar vinos tranquilos, no generosos, algo que no es novedoso en la zona ya que cerca está la bodega de Luis Pérez que también elabora tintos. Parcelas que tienen muy buena ubicación, por su orientación a Poniente y al Norte, con unas tierras albarizas barajuelas que rinden unas 5.000 plantas por hectárea.

Entre ellas unas 3 Ha. de Tintilla de Rota, 1 Ha. de Syrah y también, más o menos 1 Ha. de cada variedad como la Petit Verdot, Pinot Noir y la argentina Malbec, vinos, los de este último varietal,  de los que Regina  se enamoró después de su larga estancia en el país hispanoamericano. En medio una gran casa de nuevo diseño, a partir de una nave del siglo XIX, que se encarama en una colina con unas vistas y un buen gusto exquisitos. Todo ello se completará con la construcción de una nueva bodega en la misma finca.

Junto a la pareja de anfitriones, nos guio por los viñedos y en la cata de los tres vinos que, de momento, se embotellan en la bodega, José Manuel Bustillo, “Busti” como le llaman ellos, hacedor de la magia del vino. 

Llegó a las copas para comenzar, Primerizo Malbec 2018, que nos muestra una capa ligera de color, con una agradable nariz de frutas maduras, siendo carnoso en boca, aun algo tánico tras su crianza de al menos 12 meses en barricas de roble francés, aunque los tostados son muy sutiles. Una Malbec diferente a las argentinas, lógicamente influida por los suelos jerezanos y su clima más caluroso.

Tinta Rota 2019 es un monovarietal de la autóctona Tintilla de Rota, para mí el vino con más elegancia y atractivo de la jornada. Mineralidad y notas vegetales en un primer momento que dejan paso a una elegante persistencia que concluye con una agradable sensación de redondez en el paladar.

Finalizamos la cata, que se acompañó de unos excelentes aperitivos en el magnífico patio enclaustrado del edificio principal, con el TR3ORO 2019, un coupage de Syrah, Pinot Noir y Malbec que es el vinos quizás de corte más comercial, en el buen sentido, de la bodega.

Para concluir el anfitrión tuvo el detalle de hacernos pasar a un rincón mágico de la casa donde atesora unas botas de añejos vinos, de los que disfrutamos de un fantástico y viejísimo amontillado.

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