Relatos italianos. Crónica y 6: Osteria, Tratttoria, Ristorante…
Osteria: Podríamos decir que la osteria, en su origen, es algo parecido a nuestras antiguas tascas y tabernas, un bar donde se citaban los parroquianos para tomar unos vinos y algo de picar. Manteniendo cierto ambiente tradicional, más bien rústico, digamos que la osteria actual es una especie de pequeño restaurante de carta reducida. Pero todo esto puede ponerse en tela de juicio si atendemos al nombre del restaurante más sofisticado e internacional de Italia, Osteria Francescana, proclamado mejor restaurante del mundo en la gala The World’s 50 Best Restaurants celebrada en Bilbao en 2019, donde por cierto tuve la fortuna de conocer a su propietario y chef, el simpático Massimo Bottura, que ostenta además tres estrellas Michelin desde 2012 en su local de Módena.
Trattoria: Suele
ser un restaurante familiar tradicional del tipo bistró francés, o nuestra tradicional “casa de comidas” española.
Un restaurante regentado usualmente por una saga familiar, que podemos
encontrar tanto en el centro de las ciudades como en un barrio, con una carta
basada en platos típicos de la región o localidad donde se ubique.
Ristorante: Pues
eso, un restaurante. Aunque a veces estos se vistan con los nombres de
trattoria o, incluso, osteria (ya lo hemos comprobado antes) para transmitir
cierta imagen de cocina tradicional, casticismo o dar sensación de que va a ser
más barato. Por lo general hablamos de un servicio más formal y mesas vestidas.
Como ya comenté en la crónica correspondiente, Verona me dio cierto aroma de Costa
Azul, de hecho comimos en unas callejas y en un local, que me recordaron
bastante a otro de la parte antigua de Niza. Un poco en plan Barrio Santa Cruz,
tipismo para turistas, aunque la calidad media fue muy optima, me pegaron una
clavada en un vino que me coló el camarero (en casa del herrero…) Osteria Sgarzarie se llama y les
recomiendo su pasta fresca con carne de pato.
En Venecia te
tienes que acoplar, en un masificado agosto, a donde encuentres sitio,
afortunadamente descubrimos en una estrecha calle cercana a la Plaza de San
Marcos, una trattoria de esas de manteles a cuadros blancos y rojos, con unos
diligentes camareros que igual te hablan en inglés, en francés que en español y
donde, dada la cercanía del mar, probamos algunas especialidades acuáticas. Qué
buenas unas sardinas escabechadas que iban sobre polenta, para entendernos una
especie de cuscús hecho con harina de maíz tradicionalmente, no está mal. Haciendo
honor a la ciudad litoral, me embaulé unos spaghetti frutti di mare, con sus
almejas y sus gambones. Todo ello con un resultón rosado Chiaretto di Bardolino, jugoso y fresco rosado de capa pálida,
originario del Veneto. Un postre merienda en el antiguo Caffé a Ponte del Lovo, con una variada selección de cannoli.
De vuelta a nuestra base de operaciones en Bolonia, entramos, empujados por la lluvia, en una verdadera osteria, o sea, un bar de vinos, Agricola e Vitale, donde probé el chispeante y fresco blanco de la región, de uva Pignoletto, a 7 pavos la copa, no se cortan un pelo. Nada más cruzar de acera en la misma plaza de Santo Stefano, cena bajo las arcadas de los soportales en la osteria del mismo nombre que la abadía que da el apelativo a la plaza. Quesos variados del país y una estimable carrillada, muy parecida a la nuestra por cierto, aunque regada con vino de allí, lógicamente. En la copa un muy apreciable Montevecchio Riserva 2013.
Deambulando por el antiguo gueto judío boloñés, encuentras
varias trattorias de carácter tradicional y frecuentada por público local. Se
come bien y están equilibraras de precio. En una llamada Dal Biassanot probamos los embutidos locales y unos muy queseros
Tortelloni di ricotta, gorgonzola e noci. El vino un goloso Fondatori 2021 Sangiovese Superiore della
Romagna.
Los vinos italianos en general catados en este viaje, me han causado dos sensaciones principales: un corte muy tradicional de elaboración y una golosidad de uvas muy maduras. Vinos amables, dulzones, envolventes. A los ya citados, y en la misma línea, añado un Laurento Sangiovese Riserva; un Sangiovese Cecchi 2021de la Toscana. También el Montepulciano D’Abruzzo, La Piuma 2022, un tanto más áspero pero también más frutal. En otra línea, un tinto de aguja, muy agradable, mejor que los lambruscos al uso, Sangue di Giuda dell’Oltrepò Pavese. En general los vinos en los restaurantes tienen precios similares a los de España y puedes encontrar mucha variedad a buenos precios en tiendas especializadas e, incluso, en muchos supermercados.
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