Las obras de ocho artistas componen la interesante
exposición que podremos recorrer y admirar en la
Fundación Valentín de Madariaga de Sevilla hasta el próximo 23 de
Marzo. Comisariada por
Eva González,
podemos motivar nuestro espíritu y gozar con las visiones subjetivas de cada
artista abordando, como tema recurrente, distintas visiones del paisaje,
natural y/o humano, llamadas arquitecturas.
Comenzamos con el colorido y las arquitecturas dimensionales
de Isabel y Elena Pan de Soraluce.
Las formas curvas que evocan lo orgánico y los volúmenes geométricos que
construyen y juegan, incluido en su sentido evocador de juguete infantil, con
los espacios. Eso y el recuerdo emocionado de la hermana ausente, con la obra
creativa compartida, como sus cristales soplados de “Mitosis” (2018).
Tremendamente original el “Autorretrato” de
Trinidad Irisarri, una sucesión de
matices de color que recorren minuciosamente los de la piel de la propia
artista, partiendo del catálogo de Pantone. Arquitectura de la identidad que
juega con el cuerpo como lugar de reflexión e imaginación.
Algo también de trabajo manual infantil tienen las
arquitecturas líricas construidas sobre papel de Nuria Cortina. Sus collages de papeles reciclados, sus vivos
colores, sus evocaciones geométricas entre formas soñadas, nos trasladan a esas
arquitecturas ingenuas, poéticas y evocadoras del universo escolar.
Con esa alegre sensación entramos en el mundo evocador de
los palafitos de Isabel Ulzurrun.
Una arquitectura etérea que nos remite a jardines de paz, donde acaso
escuchemos el eco de un ave del paraíso, del leve fluir del agua o del
entrechocar de los elementos móviles por efecto de una suave brisa. Un jardín
para recorrer y admirar desde diversos puntos de vista.
Figuración rotunda en la obra de la onubense,
Rosa Pérez – Carasa y su arquitectura
deshabitada, recreándose en la belleza de volúmenes contundentes de sus
edificios industriales, de los esqueletos de edificios inacabados, de los
almacenes ubicados en parajes solitarios y silenciosos.
Nos sumergimos después en los brillantes paisajes de
Coro López Izquierdo, arquitecta que nos
sumerge en los bellos parajes de un idílico lago de La Granja (Segovia)
reflejado en diversas épocas del año y a distintas horas. Una arquitectura
estacional que nos muestra desde el original soporte del dibond aluminio, donde
los toques de óleo sobre
fotografía
sirven para resaltar los matices seleccionados por la artista de una naturaleza
apabullante de belleza.
Una arquitectura estacional, fruto de las miradas subjetivas
de las artistas sobre la naturaleza, se radicaliza y simplifica en la obra de
María Cavestany. Su exquisita selección
de elementos naturales, maderas, piedras, mármoles, con una mínima intervención
para no alterar en demasía la misma naturaleza de la pieza, nos trae a la sala
esos paseos de la creadora por el entorno rural de su residencia en el norte de
la provincia de Burgos.
Todo ello, se conjuga con el homenaje de las artistas a Sevilla, desde sus diversos puntos de
vista creativos, donde, por ejemplo, descubrimos en la obra de Rosa Pérez –
Carasa, como en un paisaje de Sevilla desde la calle Betis como el principal
símbolo de la ciudad, la Giralda se ensombrece estacionalmente y a determinadas
horas por la sombra de la invasora Torre Pelli.
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