La Cochera del Abuelo, el encanto de lo bueno
Todo esto y aún no hemos hablado de comida. Hay más antes de entrar en lo que sale de los fogones. La vajilla, los cubiertos, la cristalería, un pero en esto, un sitio vestido como el salón de La Cochera del Abuelo pide servilletas textiles. Y lo más importante, el factor humano. Cuando vas a un sitio donde en la cocina y en la sala te encuentras a amigos de años, es para ellos un sobresaliente ese difícil equilibrio entre la confianza del conocimiento antiguo y la profesionalidad debida, el justo punto de equilibrio es el que tiene Cinta Romero, que descansaba el día de mi visita, pero que me propició la alegría de darle un abrazo a ese gran profesional que es Javier Velázquez, medido, preciso, atento.
Esperamos los platos degustando la magnífica mantequilla
artesana de la casa con un extraordinario pan. La carta es una enumeración muy
prometedora de opciones que hacen difícil la elección, además te relatan de viva
voz los fuera de carta. Es muy encomiable que se trabajen productos de mercado
en temporada, por lo tanto es normal que entren materias que ese día vienen con
buena calidad y así, de paso, se le ofrecen al cliente habitual novedades.
Quizás, en una carta impresa con no tantas referencias, si en la misma un día
hay varios cambios en los platos, creo que hoy día no es difícil tener una
impresora y cambiar la carta según la oferta de la jornada, porque puede llegar
a resultar confuso retener en la memoria todos los cambios y novedades que te
describe, por cierto con detalle y muy adecuadamente, quien te atiende.
La Cochera del Abuelo
nos puede proporcionar uno de los ratos más placenteros que se pueden hoy en
día disfrutar en un restaurante de Sevilla. La cocina, refinada y culta, con
raíces, de Bosco Benítez tiene un
plus añadido en los toques franceses que aporta el chef de Lyon, Florián Chirat, sus fondos plenos de
sabor, muy a la francesa y el exquisito refinamiento de los platos, te hacen
mirar al del vecino preguntándote por qué no has pedido lo suyo, pues cumplen
la máxima de que la comida primero entra por la vista. Sabor y color, complejidad
y sencillez, calidad de la materia prima y maestría en la elaboración.
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