Malandro, un restaurante para disfrutar
Comencemos por la situación, en el céntrico barrio del Arenal, un enclave cargado
de historia junto al río Guadalquivir, justo desde donde partían y llegaban las
naves de América. El local se sitúa en el compás de la plaza de toros, la Real Maestranza, cuyas encaladas tapias
y balcones exteriores casi se pueden tocar desde las terrazas de Malandro,
incluso se atisba alguna porción del dorado albero del ruedo. Luego está el
local en sí, distribuido en tres plantas. La primera con un amplio y cómodo bar,
que además cuenta con dos reservados, donde podemos tapear y degustar, entre
otras cosas, los perniles que se apoyan en los jamoneros y las exquisiteces que
nos muestra una bien surtida vitrina central.
En la primera planta está el restaurante propiamente dicho.
Una terraza al aire libre y, aquí está la clave de ese “plus” mencionado, una
preciosa sala con cómodas mesas bien vestidas y con una disposición que nos
hace disfrutar de uno de los lujos mejores en estos sitios, el espacio. El
interiorismo de Pablo Roig y los murales del artista sevillano, Jaime Abaurre,
configuran un ambiente muy agradable, con un acertado contraste entre lo
moderno y la evocación de la artesanía tradicional local como es la de los
alfareros. Todo ello con mesas vestidas y una buena vajilla y cristalería nos
alegran la vista y las expectativas.
Para comenzar unas deliciosas, frescas y jugosas “Chuletas” de tomates rosas con burrata y
jugo de lechuga. Llegó a la mesa en segundo lugar, debería haber sido
posterior al tercer plato, una Picaña
madurada 120 días en la casa con escamas de sal y AOVE, a la salinidad de
una carne ya de por sí muy potente debido a tan excesiva maduración, se unen
las escamas de sal, un plato para mi gusto excesivamente salado, aunque bueno
para paladares que gusten de sensaciones fuertes. Sin embargo me encantó el
siguiente, un muy sabroso Carpaccio de
cigalas aliñado con salmorejo y tapenade de aceitunas negras. Estos
entrantes se acompañaron de un Barredero blanco del Condado de Huelva, que no
estaba a la altura de las circunstancias.
Para endulzar el final, dos postres. Una atractiva tarta de chocolate que estaba buena, pero a la que sacó ventaja una seductora tarta de pistachos.
Malandro abre
todos los días del año sin excepción y mantiene la cocina abierta toda la
jornada. Los viernes y los sábados, de 5 a 7 de la tarde, te puedes ambientar
con copas y música.







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