Cata de vinos de Bodegas Mustiguillo
El punto de vista enológico de Olga se centra principalmente en resaltar las características de los suelos donde crecen sus viñas y trasladar esas sensaciones a sus vinos, como demuestra que es una pieza principal de su discurso, explicar las características y propiedades de esos suelos y los contrastes del vino según su composición. Reflejar las características del terruño es uno de esos mantras instalados en el más actual concepto del vino, lo cual es bueno, sin duda, pero no lo único. Parece que ese afán de muchos enólogos más actuales de mostrar los vinos con la expresión de la uva y el suelo, choca con la tradicional manera de crianza en barricas de roble, pero no tiene porqué ser así, y esto lo demuestran vinos que integran perfectamente el roble para conseguir unas excelsas elaboraciones, envolventes y elegantes, que nos hacen disfrutar, que es, en definitiva, de lo que se trata, de pasarlo bien bebiendo buen vino.
Dicho lo cual, comentemos someramente los cinco vinos catados,
entre los que no hubo, en la sección de cata de la mañana, ninguno de los más
famosos vinos de la bodega, Finca Terrerazo y Quincha Corral. Comenzamos con un
muy agradable espumoso, Calvestre 2018,
elaborado por el método tradicional, con uvas Chardonnay y algo de Xarel.lo. Un
vino de la zona de Requena que nos presenta un brillante color amarillo dorado,
fruto sin duda de su larga permanencia con lías, hasta 60 meses, crianza que
sin embargo no se aprecia en la boca, donde este brut nature se muestra muy
fresco, con sutiles notas de las lías y flores blancas. Muy fino y con un punto
amargo final.
Tres tintos, dos vinos más procedentes de la misma zona y
uno que elabora la bodega en Ribera del Duero, en Burgos, compusieron la
segunda parte de la cata.
En primer lugar el Pela Roques 2021 Syrah de la D. O. P. Finca El Terrerazo, denominación propia de la bodega. Muy mineral, notas azufradas, de pólvora, que luego se van disipando, están en el primer ataque de nariz, sin duda reflejo de los feldespatos y los cuarzos del suelo donde crecen sus uvas. A pesar de ello es fresco y ligero, me recordó a ciertos vinos del sur del Ródano, permanece ocho meses en tinas de roble de 80 hectólitros.
Pela Roques 2023
Bobal nos muestra un tratamiento de esta uva tinta autóctona, diferente a
otras de la zona. Una nariz de monte bajo, con notas de herbáceos y matorral mediterráneo,
junto a recuerdos de fruta madura roja. Ligero en boca y fresco, la marca de la
casa en estos vinos, y una tanicidad que, como nos explicó Olga, viene principalmente
de los suelos calizos.
Por último probamos, Hacienda
Solano 2020, elaborado en la zona norte de Burgos adscrita a la D. O. Ribera del Duero. Viñas viejas de
unos 85 años de tempranillo, cuyo vino pasa a depósitos de hormigón (80%) y
tinas de madera para el resto. 16.000 botellas de un tinto guinda brillante,
con una nariz fresca de fruta roja madura. Con cuerpo en boca, destacando las
notas frutales y minerales. Tras su paso por barricas de 500 litros de madera
con años, no se aprecia en el vino ese paso por roble, resulta aún algo tánico,
mejorará en botella. No obstante con unas viñas de tempranillo castellano de
esa edad, es una originalidad hacer un vino de este tipo.
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