Crónicas del Pèrigord (1) PAISAJES Y GASTRONOMÍA
La provincia histórica del Pèrigord, que hoy comprende los departamentos de Dordoña y Lot y Garona, se sitúa entre el centro y el suroeste del país. Una
bonita región interior, con mucho verde, bosques que dan sombra a las carreteras,
casas de piedra con característicos tejados a dos aguas, muy apuntados (señal
de lo lluvioso de la zona) de típicas pizarras negras y, presidiendo muchos de
los bonitos pueblos de sabor medieval, evocadores castillos de nobles
caballeros y encopetadas damas. Tierra de templarios y guerreros que nutrieron
las huestes que partieron a las Cruzadas de Tierra Santa. Atravesada por el río Dordoña, cuyas aguas van calmadas
por un cauce ondulante hacia la costa de Burdeos, para morir junto al río
Garona en el Atlántico, formando el mayor estuario de Europa.
Hablemos por fin de gastronomía. Dos piezas fundamentales:
los productos del pato (canard) y la
oca (oie) y las famosas trufas negras del Pèrigord. También las
nueces son típicas de la región, así como embutidos del cerdo y, por supuesto
como en toda Francia, quesos, estimables carnes de vacuno y, naturalmente,
vinos, con dos zonas vinícolas principales cuales son Bergerac y Cahors, pero
de estos me ocuparé en una segunda entrega de estas crónicas.
En los centros históricos de estas pequeñas y bonitas ciudades, proliferan las tiendas de productos gourmet, donde las estrellas son las diversas elaboraciones a partir de los hígados, sobre todo, y las carnes de patos y ocas, que hasta tienen simpáticas estatuas en algunos lugares en su honor. Casi cada elaborador tiene sus propias tiendas o puestos en los mercados de abastos locales, donde se ofrecen tarros de cristal y latas de Foie Gras, paté, mousse, rilletes… y un guiso característico, la Cassoulet de pato que lleva, además de muslos de confit de pato, alubias blancas (nuestros chícharos). El mismo Confit de pato es otro sabrosísimo guiso que se suele servir con patatas fritas en la grasa de la misma ave.
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Confit de pato |
Las trufas son obviamente menos frecuentes en los menús
populares, por su precio más elevado. Además del redondeado y negro hongo,
podemos encontrar aceite de trufa para aromatizar platos o, por ejemplo, quesos
trufados.
En muchos puestos y tiendas se encuentran también diversos
tipos de embutidos, con predilección por el formato tipo fuet, delgado y
alargado, los hay de carne de vacuno, de pato y de cerdo, del que también se
elabora un jamón blanco asado y otras piezas parecidas a nuestro lomo
embuchado.
Un punto importante a señalar es la habitual alta calidad del pan y de la bollería en general, con esas crujientes baguettes y esos sabrosos y tiernos croissants de mantequilla.
Si estás invitado a comer en una casa francesa almorzarás o
cenarás bastante más temprano que en el sur de España, pero no crean que por
ello las reuniones en torno a la mesa terminan antes, pues una comida familiar
o de amigos, con la tertulia en torno al vino (probablemente con dos o más
botellas abiertas durante la reunión) la tabla de quesos y el café tras el
postre, puede alargar la velada durante dos e incluso tres horas.
Queda, como he dejado escrito, la segunda entrega de estas crónicas para hablar de vinos. Pero señalar ahora, por último, que aunque no es tierra cervecera, se elabora alguna marca artesana estimable, como la Brassée 24, cuyo nombre responde al número administrativo del departamento donde se elabora, precisamente en la localidad de Sarlat.
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