De Domínguez, primer acercamiento
Aunque la visita ya he dicho que fue rápida, a un observador atento, con largos años de bagaje gastronómico y hostelero y conociendo a estos dos magníficos cocineros, hay una serie de características que se pueden ya apuntar. Lo primero que salta a la vista es la gustosa ambientación del local: barra de entrada, espacios para sentarse en banquetas altas, otra zona de barra en el interior y, al final, un coqueto comedor con mesas que dan a la calle Real de la Carretería, la entrada está por la calle Antonia Díaz. La ubicación en pleno Arenal, al lado de la plaza de toros de la Maestranza, y rodeado de bares con bastante público a diario, junto con el saber hacer de los directores de De Domínguez, debería ser un éxito a priori, aunque en Sevilla nada de esto está garantizado, como bien saben ya nuestros protagonistas. Se ha optado esta vez por un diseño de carta más convencional, quizás pensando en cierto tipo de turismo y en la dificultad del sevillano para las modernidades.
Ese clasicismo no está exento de la impronta que ambos
cocineros imprimen a sus creaciones culinarias y la materia prima de calidad
que suelen utilizar. Fue así en una tapa de
bacalao con tomate, que era más bien pisto que tomate, aunque ese cambio no
impidió que el platillo estuviese muy sabroso, eso sí, a mi entender le sobraba
el hilillo de nata que lo rodeaba, magnífico el lomo blanco de bacalao. La otra
tapa que probé fue menos lucida, una especie de tortita patatera con atún y un huevo de codorniz encima de todo, la
mezcla no acaba de funcionar además de que un excesivo sabor a hierbabuena lo
opaca todo. Ninguna de las dos son baratas.
Por lo demás un atentísimo señor en la barra, se le notan
los años de bagaje en el gremio. Ganas de sentarme tranquilamente en el comedor
para degustar con más detalle las cosas de este De Domínguez.
Comentarios
Publicar un comentario