De taberna con solera a mausoleo

A los que nos va el tema del tapeo y los bares tradicionales, nos encanta saber de esos sitios medio escondidos, en barrios y barriadas, donde ir y encontrarse con el público justo, conocedor, donde llevar a los amigos y poner una satisfecha sonrisa cuando estos te elogian por enseñarles un pequeño paraíso. Uno de esos sitios estaba en una esquina de la calle Ángel Falquina. A muchos no os sonará tal vía, pero es calle que comunica la Carretera de Carmona con la Avenida de Miraflores.

Se llamaba Bodega Galiano y según rezaba un simpático cartel en su fachada, tenía especialidad en conejo, caracoles y cabrillas. Además, en su momento, no faltaba el anuncio oportuno de “Hay mosto nuevo”. También, siempre en pizarra con tiza, otros anuncios de tapas ocasionales, según temporada como dicen ahora los sitios cursis, como unas magníficas “Migas con o sin sardinas” que así de explicativo era el anuncio de tan suculento condumio. 

Bodega Galiano abrió sus puertas en 1980. Bar de barrio con tapas tradicionales hechas en la casa. Vinos del Condado de Huelva y cañas de Cruzcampo. El conejo en salsa, aparte de las cabrillas y caracoles en los meses propios de los cornudos moluscos gasterópodos, fueron la bandera de esta pequeña taberna de culto. No faltaban el menudo, los garbanzos con liebre o el cocido con tagarninas, entre otras exquisiteces para disfrutar de una gastronomía tradicional en formato pequeño.

Lamentablemente hablo en pasado porque Bodega Galiano cerró sus puertas hace unos meses. No ha habido relevo generacional, circunstancia esta que está finiquitando muchos bares, y otros tipos de negocios, de sagas familiares locales. Hace poco pasé por allí y mi nostalgia tabernera multiplicó la pena al ver el mamotreto arquitectónico en que han convertido aquella esquina, un estilo tanatorio mazacote y deprimente que sella como una losa, nunca mejor dicho, el recuerdo de aquella barra tan autentica.

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