Crónicas del Pèrigord (y 2) EUROPEIDAD Y VINOS

En mis casi 25 años como conductor de catas de vinos, ha sido una constante mi referencia al fruto de la vid como una de las señas de identidad de nuestra cultura occidental. No solo como referente gastronómico, sino también social e incluso religioso. Junto con el trigo y el olivo, la vid forma parte de un triángulo de carácter identitario que, como otras cosas tan importantes en nuestra base histórica, proviene de Oriente Medio y nos llega, por el Mediterráneo, a través de la Grecia y la Roma clásicas, luego pasado por el tamiz del cristianismo. Y dentro de esa tradición de cultivo, elaboración y consumo del vino, hay tres países históricos fundamentales que, con su proyección mundial, en el caso de España llevando la vid desde California hasta Argentina, tienen suma relevancia, además de nuestro país citemos a Italia y, sobre todo, Francia. 

Mi reciente periplo por tierras galas me ha ratificado dos cosas, el arraigo, a pesar del racionalismo revolucionario, del catolicismo en el pueblo francés, con particular devoción a la Virgen María, y de la cultura del vino, indispensable en cualquier mesa. Tuve la fortuna en esta ocasión de que coincidiera mi estancia en un pequeño pueblo del Pèrigord, St Cernin de Larche, con la festividad del 15 de Agosto, que también se celebra en el país galo. En dicha localidad existe una encantadora pequeña iglesia que data de finales del siglo XII, como se deduce de su estilo románico de transición al gótico, aunque me asegura el párroco de allí que hay datos de un asentamiento eclesial en el mismo sitio desde el siglo V. Una pequeña procesión por el pueblo, culminó en una entrañable misa, con magníficos y afinados canticos, que culminaron, tras la celebración litúrgica, en una copa de vino gratis servida en un espacio abierto para todos los asistentes.

No hay bares de tapas en la región, de hecho estuve en uno llamado Le Bouchon, que lucía el apelativo “tapas” en su fachada, no había tal, sino pequeños platos (medias raciones) a precios a partir de 6 euros, bueno, lo cual está pasando en algunos de nuestros propios bares. Eso sí, la carta de vinos, amplia y variada, con opciones por copas y precios no demasiado disparatados. Muchos bistró y en ellos, la opción generalizada de menús (entrante, plato y postre) a precios muy asequibles. La calidad suele ser media-alta y el trato correctísimo. 

En toda la región, por proximidad y prestigio, se consume bastante vino de Burdeos. Pero como señalé en la primera entrega de estas crónicas, hay dos Appellation D’Origine Contrôlée o bien A. O. Prótegée, que son los equivalentes a nuestras Denominaciones de Origen, una es Bergerac y la otra Cahors. La primera, más al norte y más cerca de la zona de Burdeos, elabora vinos más elegantes y especiados gracias a la variedad Cabernet Franc, aunque también emplean las variedades Merlot y Malbec. Esta última, que en España conocemos más en su versión argentina, es la protagonista de los vinos de Cahors, más campestres, más incisivos quizás, la Malbec francesa se muestra más aguda en copa que la argentina que es más golosa y amable.

De la A.O. C. Cahors he tenido ocasión de probar un Le Petit Clos 2021, elaborado con Malbec y Merlot por Jean Luc Baldés, séptima generación de familia vinatera de la comarca y especialistas en Malbec. Un vino fácil, frutal y especiado, con un punto de madera tostada no muy nueva, algo común en los vinos franceses de un segmento de precios más ajustado y que les proporciona esa nota cremosa y un tanto ahumada de vino tradicional. También de Clos Triguedina, de la familia Baldés, un blanco muy estimable, con Viognier y Chardonay, fermentado en barrica, con una tremenda elegancia y untuosidad.

El Château Laulerie Reserva 2022 de la A. Bergerac C. elaborado por Vignobles Dubard, me ofreció esa nota de distinción que la Cabernet Franc aporta al ensamblaje con la Malbec y la Merlot. Frutos rojos y negros maduros, cremosidad de la crianza en roble y un final especiado. Fresco en boca, amable y elegante, con taninos aún vivos. Una buena conjunción entre el punto campestre de la Malbec, la amabilidad golosa de la Merlot y la potente elegancia de la Cabernet Franc. 

Como no podía ser de otra manera, para el magnífico Foie Gras de la zona busqué un maridaje con un blanco dulce elaborado en la misma región. Se trata de La Cabane 2022 de la A. O. P. Monbazillac, una zona vinícola en la margen izquierda del río Dordoña, en los alrededores de Bergerac. Las uvas de Semillón y Moscatel, con un alto grado de madurez, originan un brillante vino dorado, fragante en nariz y con untuosidad en boca. Mentolados, fruta escarchada, miel y pasas, todo ello equilibrado por una buena acidez. Ideal para foie y paté.

Naturalmente hice incursiones en otras zonas vinícolas, aprovechando las buenas tiendas de vinos que hay por todas partes, con botellas estimables a muy buenos precios. También a la muy cordial amabilidad de mis anfitriones. No se podía perdonar el champán, con un muy rico Jackowiak-Rondeau cuyo Cuvée Tradition Brut, muestra la importancia de los licores de expedición en las casas vinateras de la Champagne

Amante de los vinos del Ródano, desde las más altas tierras de Borgoña hasta las zonas del sur, tuve ocasión de probar dos vinos de la misma bodega, pero de dos zonas diferentes cercanas a la famosa de Châteauneuf-du-Pape. Bogas Bonpas, fundada cerca de Aviñón nada menos que en 1318, elabora vinos en el Valle del Ródano Sur, entre otras zonas, en la de Rasteau, como su Grand Orateur 2023 o en la de Gigondas, como su Gran Prieur 2023. Vinos donde predominan los ensamblajes con Garnacha Negra, Syrah y Mourvedre (nuestra Monastrell). Su Grand Orateur 2023, con su capa granate media, nos deja aromas de guindas en licor, ligero y sabroso en boca, algo goloso con una punta especiada, muy amable.

Con las mismas uvas y más al sur de Francia, el An806 2021 de Gérard Bertrand (A. O. C. Corbièrs) ya en el Languedoc, marcado por los esquistos, calcáreos y cantos rodados de su suelo, que le prestan una buena acidez equilibrada con fruta madura y el dulzor del añejamiento en roble. Recuerda tintos españoles de Priorato (Tarragona) pero en una versión más amable, con menos potencia. 

Para terminar un blanco peculiar, de la A. O. P. Vin de Savoie (Saboya) el Chignin Bergeron 2021 de Fabian Trosset, 100% uva Roussanne. Fruta de hueso (albaricoque) y flores blancas con muy buena acidez en boca y un punto inicial cítrico que termina más cremoso. Señalar también un típico rosado de la costa mediterránea francesa: St. Sagnol 2024, con su característica capa rosada muy pálida y una refrescante frutosidad.

Una ocasión de seguir familiarizándome con la interminable variedad de vinos franceses y disfrutar de sus cualidades, donde el nivel medio es alto y, eso sí, si te quieres ir a los vinos top te tienes que rascar la cartera.



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