El gazpacho y los gazpachos mentales

Foto de Manolo Manosalbas
 Cuando yo era pequeño, y solo diré que en España entonces solo había dos cadenas de televisión, ya en el habla popular se utilizaba puntualmente la palabra “gazpacho”, en sentido figurado, como mezcla indeterminada de cosas y, concretamente, como lo que también se llama, coincidiendo en términos gastronómicos, una “empanada mental”. Si nos vamos a la definición de la R. A. E. aparecen dos acepciones del término, en la primera se dice: Sopa fría cuyos ingredientes básicos son tomate, pimiento, aceite, vinagre, ajo y sal, que es propia sobre todo de Andalucía. En la segunda: Especie de migas que la gente del campo hace de la torta cocida en el rescoldo o entre las brasas (haciendo referencia más que nada a un tipo de gazpacho cocinado, de tipo manchego).

La primera acepción que da la Real Academia al “gazpacho” curiosamente no menciona el pan, base fundamental y anterior a la llegada de América del pepino, el pimiento y el tomate, del plato que, como en la segunda acepción, tiene su origen en la alimentación de los agricultores e, incluso, más remotamente, en un preparado alimenticio que se daba a los legionarios romanos.

Viene todo esto a cuento porque estoy viendo, muy propio habitualmente de estos tiempos veraniegos, la proliferación en redes de recetas, con videos incluidos, de diferentes y variados preparados calificados por sus elaboradores como “gazpacho de…” De hecho, incluso he visto un video titulado “Receta de gazpacho tradicional”, donde no solo se prescinde del pan, sino que tampoco aparecen ni el ajo ni el pimiento verde.

La cuestión es ¿Toda sopa fría de verduras batidas es gazpacho? La receta tradicional sufre tantas variantes como le pasa a la paella clásica valenciana, donde todo es paella, cuando los valencianos ortodoxos hablan de arroz con cosas.

Yo, ni quito ni pongo rey, solo me remito a mi cuna trianera y a la receta heredada de mi abuela materna a través de mi madre y de lo que, igualmente, hacían mis vecinos y familiares, aunque he de reconocer que mi tía Concha, en un momento dado, cambió el pan por las zanahorias, y no estaba malo, pero…

Así que aquí dejo el que para mí es la receta de “Gazpacho tradicional o clásico”: Pan asentado del día (o días) anterior remojado en agua, ajo, pimiento verde, pepino, tomates, sal, vinagre y aceite de oliva y, claro, agua fría. Reconozco que yo no le pongo pepino, aunque es verdad que, con mesura, refresca el resultado.

Pero en fin, como decía el maestro, Juan Carlos Alonso, fuente inagotable de nuestra historia gastronómica, “cada hombre tiene su gazpacho, como cada hombre tiene su verdad”. Y como él mismo cita, el gran Sancho Panza, en el inmortal libro de Cervantes, dice: “Más quiero hartarme de gazpacho que estar sujeto a la miseria de un médico”.

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