Restaurante Balbuena y Huertas, las cosas bien hechas
Ramón Balbuena y Huertas (1883 – 1967) fue uno de esos arquitectos que configuraron la Sevilla de arquitectura regionalista, en torno a los años de la Exposición Iberoamericana de 1929. Suyos son edificios tan característicos de nuestra urbe como el llamado, Laredo, en pleno centro de Sevilla, o el diseño de las casas vecinales del Pasaje de Valvanera, entre San Luis y Relator. También suyo es el diseño del edificio que, construido en 1924, desde hace unas semanas ha abierto tras su restauración, en la esquina de San Jacinto con la calle Condes de Bustillo, que acoge el restaurante que hoy comento y que abrirá en septiembre, un coqueto hotel de 12 habitaciones en las plantas superiores.
Para mí fue un placer especial entrar en esta casa que en su día tuvo en la esquina el Bar Casa Diego, a unos 50 metros del que fue muchos años mi colegio, los Salesianos de Triana, cuya parte más antigua, responde también al mismo estilo de la época, construido sobre planos de otro importante arquitecto regionalista, José Gómez Millán, desde 1926. Edificios ambos que marcaron el carácter urbanístico de la calle Condes de Bustillo, hoy lamentablemente alterado por algún edificio fuera de lugar.
Centrándonos en la cuestión gastronómica hay que tener
en cuenta varias apreciaciones para llegar
a la conclusión de que Balbuena y
Huertas es un nuevo restaurante que marca un alto nivel en la ciudad.
Destacar el respeto, dentro de una confortabilidad contemporánea, al espíritu arquitectónico
de la casa, es un placer contemplar la esquina, con el edificio de ladrillo
visto a la sombra de altos y magníficos árboles, lo que debería abundar por
toda la ciudad.
Otro punto importante es la sensación de calidad, calma y buen
estilo del interior, aunque no me acabo
de decidir si me gusta el hilo musical de fondo. Barra elegante y bien surtida,
una llamativa bodega transparente para los vinos, mesas y sillas confortables,
con buenos espacios entra las mesas. Todo respira buen gusto, lo que
corroboramos después de visitar las coquetas habitaciones del hotel y su
encantadora terraza con piscina y ambigú que, sin duda, será una delicia cuando
abra.
Bueno, diréis que llevo escrito un montón sin haber hablado de la cocina de Balbuena y Huertas. Digamos que estamos haciendo aperitivo para incentivar los jugos gástricos. En los fogones del restaurante manda el chef sevillano, José Luis Pastrana. La carta nos ofrece tres menús degustación, uno de ellos en opción vegetariana (bajo demanda previa) y una carta de platos a elegir. Probamos el Menú Triana, que para los que me conocéis, entenderéis que ya con el título me tienen casi ganado.
El Menú Triana
consta de cinco pases, cuatro platos salados y un postre, en nuestro caso
probamos dos, cada uno con su maridaje correspondiente (esto es opcional). Una cuestión
original es que en los maridajes se alternan vinos y cócteles. La carta de
vinos es amplia y variada, con buena representación de vinos andaluces, una
declaración de principios acorde con la filosofía de Pastrana, productos de
proximidad y frescura de mercado. Como muestra de lo que quiero decir el pan,
del gran elaborador, Domi Vélez.
Y de entrada ¡boom! Un cañonazo de sabor, elegancia,
frescura y sensaciones sápidas: Ostras, esfera de gazpacho y salicornia.
Eso digo yo ¡ostras, Pedrín! ¡Vaya bocado!, fresco y potente a la vez, potenciándose
mutuamente con su maridaje, una copa de Rania
Brut Nature de la granadina, Bodegas
Calvente, servida con unas gotas de ginebra Larios en el fondo de la copa,
perfecto.
El tercer plato me tiene en un equilibrio entre el placer y
la decepción. Carabinero en tempura y holandesa de jengibre. El carabinero es
un alarde de textura, fineza en la elaboración y sutil tempura que se nota,
para bien, más en la boca que a la vista. No acabo de ver el acompañamiento de
la holandesa de jengibre, que resta más que suma, ni del cóctel que acompaña al
plato, ambos restan frescura marina al marisco, aunque este de por sí,
justifica un balance favorable del bocado.
Precisamente el tinto anterior acompañaría magníficamente el
último de los platos salados del menú, el Corte de la semana de cerdo ibérico, el día de autos, un taco de presa ibérica al punto. Aunque
tampoco desentonaba, todo lo contrario, junto a esta sabrosa carne el Paraje del Mincal, 2019, un 100%
Tempranillo de la muy interesante bodega granadina, Vilaplana; un tinto fresco, con nítidos frutos rojos matizados
suavemente por la madera. Muy interesante el punto ahumado del acompañamiento,
unas hermosas patatas entre cocidas y fritas.
Triana cuenta desde ahora, y yo me alegro, con un restaurante que marca un punto de sofisticación en el barrio, calidad y buen hacer, notable cocina y notable servicio, para conjugar un sitio de esos donde nada chirría y cuando haces, ya fuera, el balance de lo vivido y gustado, se te queda una sonrisa de satisfacción.
Restaurante Blabuena y Huertas
Calle San Jacinto, 89
41010 Sevilla
955 44 20 81
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