Viñedos de Rueda, la plaga del euro

Hace tiempo que muchas bodegas de la D. O. Rueda mataron la gallina de los huevos de oro de los vinos blancos de uva Verdejo. Lo que se llama morir de éxito. Precisamente algo parecido sucedió en Ribeiro en la década de los 90, y casi lo están pagando todavía. Vaya por delante que cada uno en su negocio es libre de actuar, dentro de la ley, como mejor le parezca, y las bodegas, lo digo siempre, son al fin y al cabo un negocio, una empresa. Eso sí, con ciertas peculiaridades, como la representación de calidad y tipicidad de una tierra, que, a mi entender, deberían tenerse en cuenta, y si lo que se quiere es hacerse millonario rápido, mejor dedicarse a otro negocio.

Digo que mataron la gallina de los huevos de oro porque hace tiempo, sigamos con los dichos típicos y los refranes hispanos, la avaricia rompió el saco de uvas. Los blancos de Verdejo, y de Sauvignon Blanc (aunque estos menos conocidos por el público por ser minoritarios respecto a la Verdejo y algo más difíciles en cata) se pusieron de moda entre el gran público. Vinos frescos, ligeros, afrutados, que fueron más allá de lo que les proporcionaban sus levaduras autóctonas, para, mediante el empleo de ese eufemismo de “levaduras seleccionadas”, ir buscando aromas cada vez más tropicales (piña, mango, maracuyá) una compota que, a la vez, quería ir poniendo en el mercado miles de botellas. Una cosa lleva a la otra y era cuestión de tiempo que, en esa dinámica, se desatase la guerra de precios. 

Ojo, las guerras a la baja de precios del vino no son culpa solo de los bodegueros, estos justifican su ambición en las “necesidades del mercado”, esas necesidades vienen impulsadas por la presión de la hostelería y, de la mano, la batalla en la calle de las distribuidoras cuyos equipos comerciales se parten los lomos cada día pateando las calles, sus bares y restaurantes, además del canal tiendas y cadenas de alimentación, esa es otra, para introducir los vinos de las bodegas que representan en lucha con las de la competencia. La hostelería se beneficia de ello, no toda hay que decirlo también, consiguiendo vinos de uvas de moda, cada vez más barato, baratura que lejos de repercutir en el cliente, amplía el margen de beneficio del hostelero. 

Me refería a Ribeiro en los años 90 del pasado siglo en relación a la introducción en tierras gallegas de la uva Palomino, característica de las tierras albarizas del Marco de Jerez y que, en aquella región atlántica y húmeda, proporcionaba ingentes litros de mosto a bajo coste que mezclado con las variedades autóctonas, rebajaba costes pero también rebajaba las cualidades organolépticas del famoso vino gallego.

Ahora surge la polémica con la intención al parecer de bodegueros de Rueda de plantar uva Godello en sus tierras vallisoletanas. Los blancos de Godello los descubrí cuando me iniciaba en el negocio del vino, allá en los albores del presente siglo. Mis primeros vinos de Godello, desde entonces me enamoró el varietal, fueron los Guitián, tanto el joven como el sobre lías. Algo ha llovido desde entonces y ahora, casi 25 años después, se está poniendo de moda. Tiene una pega, que lo que considera la mayoría del público profano que consume vinos del montón un “vino barato” no entra en los parámetros de los godellos. Y aquí viene el lío. Me imagino que lo de plantar Godello en Rueda, y solo aventuro una hipótesis, es una ocurrencia de bodegueros avispados, pensando en un fin de ciclo de la moda verdejo, se apuntan a la nueva moda godello, claro está, con la intención de hacer vinos más baratos para inundar el mercado, con lo que la historia se volvería a repetir, guerra de precios y bajada paulatina del nivel de los vinos.

El gran enólogo, Raúl Pérez, apuntaba en una reciente entrevista, prudente y comedido, que “Rueda no va a tener la misma expresión de un vino godello que Bierzo. Está clarísimo”. Naturalmente, ni de la comarca leonesa del Bierzo, ni de las vecinas gallegas: Valdeorras, Monterrei e incluso la citada Ribeiro, donde los godellos alcanzan su óptima expresión. La uvas son muy suyas y se adaptan o no a los diferentes suelos y climas, y en caso de adaptarse sus características no son las mismas. Se sabe que hay godellos en Valencia y Cataluña, pero movimientos como los que se intuyen que quieren realizar en Rueda, no hacen sino confundir a la clientela y tergiversar el verdadero espíritu del vino, expresar el terruño con uvas autóctonas.

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