Bodegas Cepa 21, la otra Ribera del Duero

Mediodía primaveral, sol y cielo celeste, los ánimos se vienen arriba. Perfectas circunstancias para disfrutar, en torno a una amplia mesa en el reservado de la primera planta del Restaurante La Isla, bien remozado este histórico local de El Arenal de Sevilla, de buenos vinos y buenas viandas. Si además tenemos el privilegio de compartir mesa y mantel con un personaje tan importante para el vino español como José Moro y su sabiduría vinícola, la cosa ya pone el listón muy alto.

Una alineación formada por compañeros de la comunicación gastronómica y representantes de la bodega, con José Moro a la cabeza, que nos habló de sus orígenes entre viñedos desde niño, de esa gran bodega que es Emilio Moro y de su proyecto más personal, Bodegas Cepa 21. Como él mismo nos contaba, Cepa 21 es una búsqueda de una Ribera del Duero más fresca, más frutal, elegante, más acorde con los tiempos que corren entre los nuevos consumidores. 

Todo ello teniendo siempre presente de donde se viene, quién inició todo esto, nos comentaba Moro que a Alejandro Fernández (Vinos Pesquera) tendrían que ponerle una estatua en cada pueblo de la región. Recordamos con él aquellos vinos de los noventa y principios de este siglo, muy influenciados por los gustos del gurú mundial del vino, Robert Parker Jr., vinos de tonos oscuros, con cuerpo, densos, con fruta muy madura. Siempre llevando la Tempranillo (Tinta Fina) a su máxima expresión, atendiendo a las características de cada terruño, suelos más arcillosos o más calcáreos, arenas con cantos rodados de ribera… la altitud de los viñedos, su vejez… y el trabajo del hombre.

Los vinos de Cepa 21, efectivamente, son vinos muy fáciles de beber, sobre todo su gama de vinos más jóvenes. Los fuimos probando uno a uno, comenzando por Hito Rosado 2024, muy pálido, fresco y punzante, pero con densidad, en esas agradables sensaciones de la fruta roja fresca (fresas, frambuesas). En la misma línea pero ya un tinto, Hito 2023, frutillos de bosque muy vivos, sin apenas madera y con la mineralidad aún tapada, golosito, muy amable en boca.

Cepa 21 2022 es más oscuro, un precioso y brillante granate intenso. Suelos más arcillosos y calcáreos con una uva más madura y una más evidente mineralidad, suaves tostados para subrayar el frescor frutal, recibe una crianza de 13 meses en barricas de roble francés. 

Pasamos a las dos etiquetas más exclusivas de la bodega. En primer lugar Malabrigo 2022, con una elegante nariz de frutas de bosque con una madera elegantísima de atractivos tostados; goloso, intenso, notas minerales, con buena estructura y creciendo en botella. Y al final  Horcajo 2020, con una capa granate intensa; nariz perfumada de frutos rojos y negros maduros, notas golosas de madera, especias y mineralidad; en boca conjuga frescura, estructura y elegancia, largo en el postgusto y con larga vida en botella; un viñedo calizo, más fino, después 18 meses en roble francés nuevo, más al viejo estilo de Ribera del Duero.

Todo ello acompañado por los buenos productos y el buen hacer del equipo del restaurante La Isla que nos ofreció un menú muy de la tierra. Caña de lomo y jamón del bueno, unos magníficos langostinos, una muy estimable ensaladilla y unas espectaculares pavías de bacalao, de las mejores que he probado en los últimos años. La mayoría eligió después lubina o arroz de marisco, yo por hacer honor a los vinos de José Moro, opté por una pluma ibérica, correcta. Punto final a la amena reunión, lo puso una torrijita con helado de pestiño, uhmmm.

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