‘Miradas desde el alma’. Fotografías cofrades de Juan Carlos Hervás
Dentro del hotel, aromas de incienso y, para agasajar a los que acudimos en la tarde lluviosa a la inauguración, unos dulces propios de estos días: torrijas, pestiños y rosquillas. Para beber la gentileza del Grupo Bornos viñedos y bodegas, que nos ofreció un agradable tinto de Ribera del Duero, Luz Millar Roble 2023.
Curiosa ciudad que ha relegado la fotografía cofrade al ámbito
de “lo clásico”, considerándose ahora la pintura propia del siglo XX, como la línea
a seguir, al menos así lo ha considerado una de las cofradías importantes de la
ciudad, siguiendo la estela de los carteles taurinos de la Maestranza, parece
más bien una cuestión más de marketing que de estética. Ya puestos, prefiero la
polémica de un cartel con pintura “vanguardista” a ese supuesto realismo de
muchos carteles que caen en lo kitsch, en casi el ingenuismo de lo naif, sin
pretenderlo el artista.
Detalles, historias intuidas, personajes, composiciones
evocadoras, notas tan enraizadas en la Historia del Arte como esa escalera de
caracol vista desde arriba, en esa “Conversación entre acólitos”. La ingenuidad
de unos niños nazarenos de San Esteban, jugando con el busto de Aristóteles,
entre los restos de un mundo clásico evocado en la Casa de Pilatos. La
perspicacia artística, en fin, de quien mira desde su corazón creativo: Los
Estudiantes formando en el patio del Rectorado; unos nazarenos blancos por la calle
Cruces; la palangana florida de Pilatos; el anciano de la bicicleta en un patio
de la Caridad, con los nazarenos de La Aguas al fondo; el juego de
perpendicularidades de madera en unos penitentes; el pitillo del amanecer en la
puerta del zaguán, esperando la Resurrección… Y la Macarena pasando afuera,
desde la sombra de la mañana ya acaecida, tras los barrotes de una casa donde
unos niños miran.
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