El religioso superior de un convento en algunas órdenes
religiosas es el prior.
Priorato es
la comarca donde los cartujos, provenientes de la Provenza francesa, se
establecieron en el siglo XII, dando posteriormente nombre a las bellas tierras
de Tarragona situadas a los pies de Montsant, donde se registra actividad
vinícola desde hace siglos. Los monjes fundaron el
monasterio de Scala Dei, la primera cartuja de la península
ibérica, en el siglo XII, hoy pervive como una bodega de vinos. Comarca
vinícola que llegó a su esplendor antes de la terrible plaga de filoxera del
siglo XIX. Después se perdieron los viñedos y, con ellos, el 70% de la
población de la región. Tras la replantación con pies americanos, se fue recuperando
la viña. En 1989 llegaron los llamados
“cinco
magníficos”: René Barbier, Álvaro Palacios, Josep Lluís Pérez, Daphne Glorian y
Carles Pastrana. Con ellos llegó la revolución de los nuevos prioratos, los
famosos y cotizados clos, que en su primera añada fue un vino común hecho entre
todos.
En 1996 se constituye, con la reunión de varios viticultores
de la zona,
Cims de Porrera. La sala
de catas de
Delatierra en Sevilla ha
sido una vez más, lugar de encuentro para disfrutar de una muy ilustrativa
cata, esta vez a cargo de Aleix Mas, de la bodega tarraconense. Con él hemos
recorrido y catado, cinco vinos provenientes de aquellas tierras que, aunque
cercanas a la cuenca del Ebro, muestran una orografía de pie de monte,
escarpada, donde entre las viejas viñas en vaso, se adivinan pequeños pueblos
de color tierra, un terreno caracterizado por la
licorella, un tipo de
pizarra característica de la comarca, que lo mismo sirve de sustrato para las
viñas que de material para tejados y suelos. Su mineralidad y potencia da carácter
a los vinos de Priorato.
Comenzamos la cata con dos vinos calificados como
“vi de vila” (vino de pueblo). El
primero un
100% Garnacha Blanca 2021.
Macerado con pieles en tanque, donde los hollejos se infusionan en el mosto manteniéndolos
en la parte baja del depósito. Posteriormente envejece en damajuanas (garrafas
de cristal) durante 12 meses. Un amarillo oro viejo, para un blanco peculiar,
con notas frutales y florales en nariz. Buena acidez en boca y cierta calidez
en el paladar.
El segundo vi de vila ha sido un tinto elaborado a base de uvas de cariñena (70%) y garnacha (30%), este
de 2020. Viñedos de 7 a 40 años. Las uvas fermentan en depósitos de
cemento, con una crianza posterior en los mismos y una pequeña parte en toneles
de roble de 600 y 2.000 litros, durante 12 meses. Un bonito color cereza madura
de bordes rojizos. En nariz fruta madura con un toco licoroso, con elegantes y
sutiles matices cremosos. Elegante fragancia. Fresco en boca, con fruta en
sazón y un matiz mineral del terruño.
Le llegó el turno a un
monovarietal
de Garnacha, un 2014, embotellado en bodega desde 2016, para el que se
emplean barricas de roble austriaco de 600 litros, para madurar entre 12 y 14
meses previamente a su larga crianza en botella. Una capa media rubí. Nariz de
fruta roja muy madura y notas minerales (pizarra, grafito, pedernal). Fresco y
ligero en la entrada de boca, después se revela tánico y algo alcohólico.
Los dos últimos vinos de la cata fueron monovarietales de cariñena procedente de viñedos viejos, la uva de
los vinos top de la bodega. Así catamos el Cims
de Porrera Clasic 2016. Tinto elaborado por parcelas independientes que
después se emsamblan. Madurado 12 meses en barricas de 500 litros para después
pasar años en botella antes de salir al mercado. Color guinda brillante. Muy
aromático, con fruta madura y la mineralidad traspasada por la licorella. Carnoso en boca, suave,
fresco y algo meloso a la vez. Envolvente en el paladar, con un equilibrio
entre sensaciones campestres y notas elegantes.

Para terminar esta magnífica cata, probamos una de esas
parcelas que se vinifican por separado, en este caso el Trosset de L’Adolf 2010. Parcela orientada al sur, de las más
soleadas, a unos 400 metros de altitud. Un vino para el cual se emplearon
barricas bordelesas de 225 litros, hoy día sustituidas por otras de mayor
capacidad, donde el vino envejeció durante 12 meses, para después pasar muchos
años en botellero (más de 15 años). Rojo rubí de bordes que ya van girando a
tonos atejados. Nariz elegante, con fruta roja madura y un alto componente
mineral. En boca es fresco, goloso, largo y elegante. Tan solo se elaboraron
257 botellas de esta partida.
Una evocadora cata que me trasladó años atrás cuando realicé
un reportaje por la zona de Priorato,
visitando varias bodegas, entre ellas, naturalmente, el encantador enclave de
Scala Dei y también el encantador centro elaborador que tiene esta bodega de origen
monacal en el monasterio de Poblet.
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