Los muñecos de Qatar
No hay más que repasar el cinematográficamente magnífico
documental realizado, a mayor gloria de Adolf
Hitler, por la gran cineasta Leni
Riefenstahl, “El triunfo de la voluntad” (1935). Espectáculos que se tiñen
de espíritu militar donde sus máximas expresiones las hemos podido contemplar
desde hace décadas en los desfiles de la Plaza
Roja de Moscú y en Corea del Norte.
La gala de inauguración del Mundial de Fútbol de Qatar 2022, ha sido una de las plasmaciones más actuales de esa teoría. El lema del Estado de Qatar es “Dios, Patria, Emir”, que sonará muy familiar a muchos españoles si sustituyen ese “Emir” por “Rey”. Un emirato es un pequeño reino, gobernado por un emir, su familia y los adeptos, una unidad político-religiosa donde no cabe entender los derechos civiles habituales de las democracias occidentales, muy al contrario, lo más parecido que hemos conocido en Europa fueron las monarquías absolutistas de siglos pasados.
En el caso de Qatar, el gobierno está en manos de la familia Al Thani desde mediados del
siglo XIX. Emancipados desde 1971 de la tutela británica, debe su riqueza, para
un país pequeño con una población de algo más de dos millones y medio de
habitantes donde la gran mayoría son emigrantes y trabajadores extranjeros, a
sus importantes reservas de petróleo, siendo también el tercer país del mundo
en reservas de gas natural. Nadie paga impuestos y la renta per cápita es la
más alta del Planeta.
Un país que ha sido considerado sospechoso de subvencionar
el terrorismo islámico por sus propios vecinos musulmanes. Es difícil imaginar qué
pensarían las víctimas y familiares de ese terrorismo si han tenido la
presencia de ánimo de ver los grupos ataviados a la manera árabe, cantando y
blandiendo brillantes sables en la ceremonia de inauguración.
No recuerdo bien pasadas galas de otros mundiales, pero, abstrayéndonos
de todo lo escrito anteriormente en este artículo, a mí me pareció entretenida
y nada pesada, no se extendió inútilmente. Un bello estadio, me encantó la rampa
para que los vehículos VIP lleguen hasta la tribuna y ese diseño evocando una
jaima que a mí me recordó una tarta de tiramisú de Mercadona.
Todo se olvida cuando empieza a rodar la pelotita, por
cierto, los animosos chicos de Ecuador terminaron
en pocos minutos con las suspicacias, doblegando a una débil selección catarí,
aunque después de anular el primer gol el VAR nos temíamos lo peor, sobrevolaba
el pucherazo, pero los ecuatorianos, con Enner
Valencia a la cabeza, no dejaron opción al fraude. Por cierto, magníficos
los jugadores hispanoamericanos arrodillados en el césped dando gracias al
Cielo en cada gol marcado.
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