Ya que no pude asistir el día de la inauguración, aproveché
que el pasado jueves estaba invitado al
Aula
de Cultura ABC, en anterior artículo me refería a la cata de vinos que
siguió a la presentación literaria de esa noche, como iba diciendo, me fui un
poco antes para visitar la exposición,
“Obras
Contemporáneas de colecciones privadas” que se muestra en las salas de la
Fundación Cajasol de Sevilla hasta el
próximo 19 de Agosto.
La exposición muestra algunas piezas interesantes, y es un
buen punto de partida para la intención
expuesta por el Presidente de Fundación
Cajasol, Antonio Pulido: “forma parte
(la exposición) de un gran proyecto
cultural, una ambiciosa apuesta por el arte de nuestro tiempo que va a
desplegar la Fundación Cajasol en los próximos tres años por toda Andalucía”.
Esperemos que así sea ya que como leí en el muro de Facebook de alguien hace
poco, el Barroco sevillano está muy bien, pero es bueno ver otras cosas, o algo
así.

Con todo ello, y la encomiable labor del comisario de la
exposición, el histórico galerista, Pepe
Cobo. La muestra tiene, a mi entender, algunos fallos. La estructura de las
salas expositivas ya es de por sí un hándicap para la muestra, los recovecos y
la articulación de los espacios están pobremente señalizados. También, dada la
idiosincrasia variopinta de las obras, en estilos y épocas, quizás hubiesen
convenido algunos breves textos explicativos. La luz, ay, ese eterno problema
de las exposiciones, también es bastante mejorable.
Encima, la tarde que visité la exposición, sin apenas
público, tuve que soportar las explicaciones que, casi a gritos, le daba el
guía de una conocida empresa de eventos culturales (llevaba la identificación
de la misma en la solapa) a la única persona a la que ilustraba sobre las
pinturas, vamos como si fuesen cien en vez de una sola. Todo ello sin que las
muy monas vigilantes/azafatas que andaban por allí, tuviesen a bien hacerle
alguna observación al respecto.
Valorando la muestra en sus 30 piezas, comentar que podemos
ver firmas muy importantes en la
Historia
del Arte del siglo XX. Algunas peculiaridades, como los dos cuadros del
vanguardista pintor parisino,
Francis
Picabia, donde podemos ver su faceta más figurativa, una de ellas, la
acuarela ”Juanita” (1926), en la misma línea de su “Española” pintada durante
su estancia en Barcelona refugiado de la Primera Guerra Mundial. En la misma
sala de entrada, junto al dadaísta que pasó por otros estilos, el cordobés,
Julio Romero de Torres y algunas de sus
sensuales y elegantes damas morenas. Obras menores del Arte Pop, como un par de
cuadros de
Robert Rauschenberg y
gráficas de
Andy Warhol, un autor
éste donde probablemente el personaje se ha hecho más icónico, si cabe, que sus
obras.
También podemos admirar uno de los “homenajes al cuadrado”
del influyente artista alemán,
Josef
Albers.
Una muy buena pieza del gran artista español,
Antonio López, aunque parece que está
expuesta en el hueco de una escalera. Más perspectiva espacial piden también
los dos cuadros, igualmente de gran formato, de
Antoni Tàpies, que figuran en la exposición. Otras firmas menos
conocidas por el gran público completan una muestra que, pese a todo, es
imprescindible visitar y que supone un soplo de aire fresco en el calendario
expositivo local, ocasión de ver producción de grandes maestros de la pintura
contemporánea.
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