Fernando Botero, la pintura carnosa
Lo primero que llama la atención en la pintura de Botero es su colorido, a mí me remite directamente a una personalidad artística muy hispanoamericana, probablemente con netas influencias de cierta pintura mexicana. La peculiaridad de su pintura, claramente figurativa, es el volumen corporal de sus modelos, dicho en lenguaje vulgar, sus gordos y gordas. El canon de cuerpos gruesos no es nuevo en la Historia del Arte, recordemos el estilo rubeniano. El pintor de la escuela barroca flamenca, usó un canon de belleza femenina de mujeres rotundas, carnosas, donde podemos ver los hoyuelos formados en sus sonrosadas y mullidas nalgas.
La gordura de los cuerpos pintados por Botero no solo comprende
a las figuras femeninas, sino a todos sus modelos, hombres, mujeres y niños e
incluso animales, recordemos las esculturas de sus toros, a veces en solitario
y otras llevando sobre sí a una oronda mujer, como si del rapto de Europa se
tratase. También lo apreciamos en la gran escultura de caballo que se expone en
Medellín y en otros animales reflejados por su creatividad.
A veces, medio en broma medio en serio, digo que el diseño
actual de los automóviles que vemos cada día por nuestras calles, ha sufrido
una “boterización”, son en algunos casos, como vehículos de los noventa
inflados como globos, sobredimensionados, véanse como ejemplos significativos
los nuevos Fiat 500 o el Mini (ya no tan mini) Countryman. De igual manera, los
paisajes de Botero se llenan de figuras, y objetos, suflados, pero no rellenos
de aire, sino de la misma materia del objeto creado.
Sus estudios en Italia, principalmente la pintura del
renacentista, Paolo Ucello, le influyó
en la definición del volumen de sus composiciones. Otros maestros del Renacimiento italiano influyen en la
configuración del estilo de Fernando Botero, como la materia contundente que
expresa Mantegna en su pintura. Botero
también experimentó con otros estilos, no es extraño, ya que su carrera se
desarrolló en un momento donde la figuración no estaba tan bien vista y
triunfaban en todo el mundo los movimientos abstractos. De hecho el colombiano
se instaló en el Nueva York del tránsito a los 60 del pasado siglo, en pleno
auge de los pintores expresionistas abstractos de la “Escuela de Nueva York”, lo que influyó en su pintura de este
periodo, aunque sin perder la figuración como referencia.
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Gato en El Raval de Barcelona |
Pintura y escultura exuberante, no exenta de sensualidad,
transmitiendo vitalidad y cierta ironía, en las multitudes de temas que trata
en sus obras.
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