Inéditos del Barroco en Museo de Carmona
Visitar la bella ciudad de Carmona y tener la oportunidad de entrar en una casa como la que alberga su Museo, ya merece el corto y agradable paseo desde la capital a esta villa que, desde su privilegiada atalaya, mira a La Campiña sevillana.
Inéditos del Barroco, que recoge obras de la colección particular Pérez – Palatín, nos da la oportunidad de conocer cuadros de grandes maestros prácticamente nunca vistos, al menos por el gran público. La perfecta organización y diseño de la muestra gracias a la profesionalidad de su comisario, Fernando Rodríguez Moreno, nos permite admirar un grupo de obras que tiene su origen en esta colección de una familia considerada una de las más importantes de Europa en la tradición del arte filarmónico. Una familia que, abarcando desde el siglo XVIII al XX, cosechó una importante relevancia en su vertiente creativa, interpretativa, docente o empresarial, como bien indica el tríptico de presentación de la muestra.
No me excedo al calificarla de extraordinaria porque las
dieciocho piezas que componen Inéditos
del Barroco están a un gran nivel artístico, de hecho, algunas obras son
dignas de figurar en cualquier gran museo. Junto a ello otras cualidades que
hacen imprescindible la visita: la novedad de pinturas nunca vistas por el
público y el acierto de las cartelas explicativas junto a cada cuadro con
bastante y curiosa información sobre obra y autor. Un solo pero, la iluminación
en ciertos casos que perjudica la visión de algunas escenas.
No me voy a extender en la pormenorización de cada obra
expuesta, pero no me resisto a resaltar algunos detalles que me han cautivado
especialmente. Me tengo que referir en concreto a la magnífica “Virgen del Niño Jesús Dormido” de
Antonio Rafael Mengs, con ese maravilloso azul de lapislázuli del manto de la
Virgen. Citar también, la exquisita cabeza de “Ecce Homo” de Guido Reni o la mirada profunda hacia el espectador,
algo inquisitorial, con la que nos observa Miguel
de Mañara desde su cuadro en el retrato de Murillo.
Pero he de reconocer que me ha cautivado especialmente el “San Rafael arcángel”, iconográficamente un tanto misterioso cuadro, por la disposición del personaje, su andrógina belleza alada, de indudable influencia veneciana pero que, en el debate de los expertos en su adscripción al círculo artístico del maestro Tiziano o al de Rubens, a mí, salvando la temática, me habla más del maestro flamenco Rembrandt.
Mi enhorabuena al organizador de esta imprescindible
exposición que abre de manera magistral la temporada, felicitación que extiendo
al Ayuntamiento de Carmona por
acoger la muestra y hacerlo además en un Museo tan acogedor. Donde por cierto
he descubierto, en una pequeña sala del edificio, a un pintor sevillano del
siglo XX del cual les hablaré más adelante, quiero investigar al respecto.
Museo de Carmona
C/ San Ildefonso, 1
41410 Carmona
(Sevilla)
Comentarios
Publicar un comentario