Icónica Fest Sevilla, sí, pero en otro sitio

Sí, lo reconozco, he ido a un concierto de Icónica. No voy a justificarme diciendo que tenía que conocerlo desde dentro para opinar, que también. Sencillamente compré mi entrada hace seis meses porque para un ochentero criado en los bajos de Argüelles, en Malasaña y en los locales de la noche del centro de Sevilla: Alcaicería, Sopa de Ganso, Mundo, Berlín, Bare Nostrum y tantos más, dejar pasar la oportunidad de ver en vivo y en directo, por fin a Madness, era impensable, una locura.

Dicho lo cual, concierto al margen del que luego diré algo, señalar que no es el sitio adecuado, de acuerdo sí, espectacular entorno, pero no es el sitio. Para empezar la entrada, me dio pena y vergüenza caminar por un Parque de María Luisa dejado de la mano del Ayuntamiento, señalemos al culpable. Sucio, es la palabra fundamental, dejado, abandonado, el polvo se notaba en el ambiente (no hagan chistes baratos), la hojarasca, las mierdas de caballo, el albero seco, todo da sensación de mierda acumulada de semanas de abandono, papeleras a tope, bolsas y botellas de plástico por los jardines… Mientras tanto, turistas despistados (ese oro molido para los munícipes) con cara de póker cuando les decían que no podía pasar a ver la Plaza de España

Después de tener que rodear medio parque, observando con pena a los pobres patos deambulando atónitos por lo que allí ocurría, acostumbradas las criaturas a la paz habitual de las noches del parque, entro en el recinto. Chiringuitos a tutiplén con la cerveza (grandecita eso sí) a seis pavos y la comida ni te cuento, se agradece el despliegue hostelero porque si vas sin cenar, al salir, sobre las doce, en Sevilla ya no se puede cenar (salvo que te vengas al kebab de mi barrio)

Público subidito de edad, como los del grupo, a qué negarlo. Pero Madness suena de fábula en directo. Los teclados de Mike Barson, qué decir del saxo de Lee Thomsom, el Popocho de Madness, con su show continuo y, al final, esa apoteosis con Night Boat to Cairo. Fabulosa la guitarra de Chris Foreman y el bajo de Mark Bedford, la sección de viento, puro ska y, marcando el ritmo, la magnífica batería de Daniel Woodgate y naturalmente la voz de Suggs, con ese estilo medio dandy pasota inconfundible, con sus gafas de sol, por cierto, podría haberse aprendido al menos un “buenas noches Sevilla”, pero en fin. Una fiesta donde todo el mundo cantó y bailó. Abriendo con su instrumental archifamoso One step beyond, hasta llegar a grandes éxitos jaleados por todos: Baggy trousers, It must be love, House of fame, Our House, entre otras.

Larga vida a Madness y ojalá podamos verlos otra vez en directo, pero en esa hipotética futura ocasión en un escenario pensado para la música, donde no moleste a vecinos, ni animales, ni dañe el patrimonio histórico de la ciudad.

Comentarios

  1. Buenos días, una pequeña aclaración, faltó el guitarra y el batería habitual aunque fue espectacular. Por lo demas totalmente de acuerdo, no es el lugar más idóneo para este tipo de conciertos y sobre todo la dejadez por parte del Ayuntamiento del Parque de Maria Luisa, una pena

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