Réquiem por el Café Central de Madrid

La primera vez que entré en el madrileño Café Central de la plaza del Ángel, pensaba que era un sitio con décadas de historia. Lo parecía por su entrada característica de madera pintada de rojo y sus cristaleras rotuladas. Por su interior de café bohemio de principios del XX y sus detalles arte decó. Pero no era así, apenas tenía unos meses cuando me senté, hora del café de tarde, local casi vacío, en uno de sus bancos redondeados, era la temporada 1982-83. Aquella tarde, además del regalo de descubrir aquel sitio, fui solo, la ocasión tuvo un bonus extra, junto a mí estaba sentada la actriz, Paula Molina, una de mis musas desde que la vi en Opera Prima (1980). Naturalmente ni siquiera me atreví a hablarle para felicitarla por su papel o algo parecido. El Café Central ha sido para mí, a lo largo de estos 43 años largos, lugar de ineludible visita cada vez que he pasado unos días en Madrid. Sitio de referencia, se encuentra en mi pódium particular de bares del Foro. De hecho, el ...