La crisis del cine Cervantes

Voy a dar mi modesta opinión, sin que nadie me la pida, al hilo de un artículo publicado en Diario de Sevilla el pasado 24 de Julio, sobre las declaraciones de la propiedad del cine Cervantes de Sevilla a raíz de su andadura tras la feliz reapertura hace un año y medio. Segismundo Hernández de la cadena de salas Unión Cine Ciudad, alerta de un futuro incierto debido a la insuficiencia de público en  tan bella sala y lo argumenta con datos y ciertas reflexiones al respecto. A mí me parece que este histórico cine debería enfocarse hacia una especie de cine-club donde se pudiesen mostrar cientos de películas de las diversas tendencias históricas de la filmografía mundial y no entrar a competir en el nicho de los estrenos de los multicines.

Recuerdo los años ochenta cuando en la ciudad se podían ver desde clásicos del cine de Hollywood hasta el neorrealismo italiano, la Nouvelle Vague o hitos del cine oriental y la historia del cine español. Entonces los cine-clubs universitarios que existían en diversas facultades, y otros de la ciudad, por ejemplo en tiempos uno que hubo en el cine Los Remedios. O qué decir del pionero en Sevilla, aquel cine-club Vida creado en las instalaciones de los jesuitas a finales de los años cincuenta y hoy sobreviviente gracias a la Fundación Cajasol. 

Ahora que las televisiones, incluidas las públicas, han dado la espalda al “cine clásico”, no digamos las plataformas, salvo Filmin, que cuida algo más su carta de películas, es momento que un cine como el Cervantes abandere esa programación que nos haga gozar en una gran sala y en pantalla grande las grandes películas del cine mudo, el expresionismo alemán, el cine negro de los 40 y 50, las grandes superproducciones desde Cleopatra o Ben Hur (la antigua claro) a Casablanca, ciclos de los grandes actores y directores, el cine japonés de Kurosawa y compañía, los ya citados neorrealistas, todo el cine de Visconti, Pasolini, Fellini, Rossellini… la Nouvelle Vague francesa, el cine británico… y por supuesto el cine español, desde la Aldea Maldita de Florián Rey, pasando por el cine social de falangistas como José Antonio Nieves Conde y su película Surcos de 1951 o Carlos Arévalo y su Rojo y Negro de 1942, hasta las recreaciones históricas del franquismo, el nuevo cine de los sesenta, el landismo, el destape de los setenta, Buñuel, Berlanga, el nuevo cine desde la Transición: Garci, Erice, Saura y tantos otros.

La lista es interminable y las posibilidades muchas ¿Sería una apuesta con óptimos resultados comerciales? No lo sé. Lo que sí sé es que un cine como el Cervantes, declarado Bien de Interés Cultural, con una función prácticamente de filmoteca, merecería una subvención al menos como la que tienen algunos chiringuitos menos importantes para la cultura y la conservación del patrimonio de la ciudad. El cine ha sido muy importante en Sevilla, no solo como escenario de muchas películas, sino como una forma de relación social que iba desde la sesión vermut de antaño, hasta las sueltas de panfletos en estrenos, después de los años de censura, como el del Gran Dictador en el cine Llorens de la calle Sierpes. Dónde por cierto vi la fantástica The Last Waltz (1978) uno de los hitos de conciertos filmados, un melón también por calar, como me gustaría ver, por ejemplo en pantalla grande el Stop Making Sense (1984) de Jonathan Demme con los Talking Heads.

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