Del Château Cheval Blanc al cognac Louis XIII
Repite el dúo, Alexander Payne como director y un Paul Giamatti, como protagonista, cada vez más feo y mejor actor. Les secundan un buen elenco de actores y técnicos, donde hay que destacar entre los primeros a la oscarizada, mejor actriz de reparto por su papel en la película, Da’Vine Joy Randolph, que a su peculiar nombre añade su condición de negra y muy gorda, lo cual no quiere decir que le hayan dado el premio por ello (digo yo), en ese Hollywood sumido de lleno en la cultura woke, su interpretación es desde luego meritoria. Hay que decir que todos los secundarios están más que correctos, llamándome la atención el fantástico papel del padre del chico protagonista, ingresado en un psiquiátrico, un Stephen Thorne que apenas sin hablar y con escasos minutos en pantalla, demuestra su valía actoral. A destacar la dirección de arte de la película que, con todos sus detalles, nos transporta a 1970. Así como su magnífica y evocadora banda sonora.
En unas breves imágenes de las lápidas conmemorativas que
rinden homenaje en las paredes del colegio a los alumnos muertos, se hace un
rápido viaje por las continuas guerras donde durante el siglo XX se han visto
involucrados los Estados Unidos, con una crítica especial dentro del film a la
guerra de Vietnam, a través de la historia del hijo de la jefa de cocina y
resumida en el comentario del profesor: los privilegiados alumnos de la Academia
Barton no van a la guerra, sino las clases bajas que son carne de cañón.
Soledad, depresiones, carrera frustrada, la del profesor Paul Hunham, y un guiño final a la película ‘Entre copas’, del mismo director y con el mismo actor protagonista, este, en vez de ahogar sus penas en la fría mesa de una hamburguesería con su apreciada botella de Château Cheval Blanc 1961 en un vaso de plástico, lo hace bebiéndose a morro en su coche una carísima botella de cognac Rèmy Martin Louis XIII, birlada del despacho del director del college.
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