Presentación de The Wine Bang en Gran Café España

¿Qué es un vino que te hace ¡Bang!? Ese vino que te provoca levantar las cejas, se te queda la cabeza inmóvil y solo se mueven tus papilas gustativas y algo en tu alma de winelover empedernido. Esa es la idea que está en el origen de The Wine Bang, un equipo formado por tres ingenieros, gourmets, amantes del vino, que se han juntado para buscar, de momento entre los vinos generosos andaluces, esa bota remota, perdida en una andana de una bodega antigua, que te haga tener uno de esos estallidos sensoriales que hace que merezca la pena seguir disfrutando de este maravilloso mundo del vino.

Los hermanos rondeños, Juan Diego y Pedro Morales y el sevillano, Víctor Soltero, perseguían esa quimera de embotellar los vinos imaginados y en 2020, crearon un equipo cazador de vinos de ensueño, de vinos que hagan ¡Bang! Dos de ellos, Juan Diego y Víctor, nos esperaban la otra noche en lo de Ramón en el Duque, el Gran Café España de la esquina de la calle Javier Lasso de la Vega de Ramón López de Tejada, quien, como siempre, nos recibió como si entráramos en el salón de su casa, con su impecable equipo profesional y unos suculentos bocados que acompañaron los vinos presentados. 

Los que conocemos el mundo de los vinos y su crecimiento en las bodegas, sabemos que cada barrica, que cada bota, hace evolucionar su preciada carga con determinados matices diferenciadores. Las andanas llevan en sus tripas vida propia que da unas características un tanto diferenciadoras según la posición, la orientación, la luz, las corrientes de aire, el rayo de sol… detalles que hacen que de pronto, al catar una de ellas, salte la chispa. Y lo que hace The Wine Bang es probar todas las botas de las bodegas con las que trabajan, caladeros donde esperan pescar ese vino distinto, singular, único.

Siete vinos y una propina final, como en los grandes conciertos, componían el menú armonizado con los platos del Gran Café España el día de la suculenta cita. Un recorrido por bodegas de nuestras queridas y cercanas zonas vinícolas del Marco de Jerez, de Montilla – Moriles y de nuestro Aljarafe. La alineación estelar de la noche estuvo compuesta por: Manzanilla Cañabota, servida de una botella de 200 cl., una buena manzanilla del Barrio Bajo de Sanlúcar de Barrameda. Fino Tiracordeles, procedente de Trebujena, que nos trajo en la copa toda la sequedad y mineralidad de las albarizas. Fino Flor de los Naranjos de Moriles, de un atractivo amarillo dorado, maduro, envolvente, con toda la carga de las albarizas cordobesas, camomila, almendra poco frita, un tesoro de unas viejas botas de Bodegas El Monte, algunas conservando el velo de flor después de 20 años, el milagro. Volvimos a Trebujena para probar el Amontillado Pisador, de un precioso color dorado girando a ámbar, con avellana americana y una nota acaramelada en su alma. 

Y luego el ¡Bang! Por eso he puesto un punto y aparte. El Palo Cortado Bocafina, un precioso color caoba brillante para una nariz de ensueño, como si estuviéramos en el taller de un ebanista de lujo o en la casa de un gran anticuario, notas de maderas finas, frutos secos con un puntito amoroso, muy largo y elegante. El Oloroso Arrumbador también un vino digno, pero nada era ya igual después del Bocafina. Una rareza para el postre, un Pedro Ximénez dulce de Puente Genil, se llama PKISVII y busca el equilibrio entre su obvio dulzor y una acidez contrastada que no hacen empalagosa sus notas de toffee, pasas, chocolate, miel; que tuvo un curioso maridaje con el postre que nos presentó Ramón, una crema de sobrasada ibérica y queso azul de vaca sobre torta de Alcalá, el inventó funcionó perfectamente.


The Wine Bang
nos guardó para el final una joyita sevillana, el Amontillado Trajano, cuyas uvas de Garrido Fino crecieron en las inmediaciones del monasterio de Nuestra Señora de Loreto, en el aljarafeño pueblo de Espartinas. Una reliquia guardada durante décadas. Un vino quizás un tanto difícil de disfrutar para los no iniciados, muy potente en boca, con notas de frutos secos y un barniz abetunado que recuerda a un licor amaro italiano. Una vieja solera del Aljarafe sevillano quizás centenaria.

Seguiremos con interés el resultado de las cacerías vinícolas de este grupo de amantes de nuestros vinos y su incansable búsqueda de esos vinos que nos hagan ¡Bang!

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