Nochebuena y Nochevieja, dos conceptos enogastronómicos

Ante todo, perdonen ustedes por el palabro, enogastronómico, ni siquiera el corrector de Google lo reconoce, pero claro, para un titular es más corto que escribir: dos conceptos sobre los vinos y las comidas. Rollos aparte, solo pretendo dar mi impresión personal sobre las mesas de una y otra noche y, si me apuran, prolongándolo a Navidad y Año Nuevo.

Para mí, y repito que hablo de vinos y gastronomía, la Nochebuena es una cena más íntima, familiar, con más recogimiento y sobriedad, se ponen sobre la mesa vinos que no tienen que ser espectaculares, agradables al paladar de todos los comensales. Nochevieja la veo como una ocasión más para el glamur, de tirar un poco la casa por la ventana, en plan darnos un homenaje por el año currado y sufrido, para premiar nuestros logros y aliviar lo que de malo haya tenido el dígito vivido, además para que sirva como una declaración de intenciones para lo que venga. Aquí me tienes, le decimos al Año Nuevo, arreglado y con este pedazo de vino en la copa, para aguantar lo que me eches, lo que venga, estoy preparado y encararé lo que me traigas con clase y estilo. Más o menos.

Lo mismo me vale para la comida, Nochebuena de recetas tradicionales y familiares, una noche que me sabe a mantecados y polvorones, a copita de anís, a portal de Belén. Su continuación, el día de Navidad, es una prolongación de la noche anterior, apañando todo lo que nos sobró de la cena, recalentando la carne, terminando el marisco, con peli larga y clásica en la sobremesa de sofá y mantita.

La mesa de Nochevieja es la hora de lucirse, centros de mesa, candelabros con velas rojas, la vajilla de lujo. Grandes etiquetas de vino, lo que a cada uno el bolsillo le permita. En los platos alguna frivolidad moderna, con aperitivos más trabajados, como un Volavén de ensaladilla de cangrejo real coronado por caviar, es un poner. Y las uvas, con champán o cava de altura. Es noche de música, de hacer un poco el capullo, de atizarse un par de buenos whiskies con una bufanda de serpentina y papelillos de colores perdidos por el pelo. Año Nuevo es levantarse con el Concierto de Viena, los saltos de esquí y, si hemos sido previsores, tomarnos un caldo de puchero reservado o llegarnos por unos churros.

Aquí les dejo mi selección de vinos para Nochevieja. Un clásico oloroso de El Puerto de Santa María para despertar los jugos gástricos: Bailén de Osborne. Un blanco que pruebo por primera vez, de mi uva blanca española favorita en los últimos tiempos, la Godello, con trabajo de lías: O Luar do Sil Godello sobre lías 2020.  Un par de etiquetas de Rioja, un gran tinto moderno que ya es un clásico de la renovación riojana de las décadas más recientes: Roda 2017 y un reserva de toda la vida, quizás tan moderno o más por lo que de recuperación de este tipo de vinos se está llevando en las últimas listas de las guías internacionales: Viña Ardanza 2015. Para terminar y brindar con las uvas, un gran espumoso del Penedés, de esa élite que ha tenido el valor de salirse de la D. O. Cava y constituir esa asociación de nombre difícil, CORPINAT: Gramona Imperial 2017. Feliz Año Nuevo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Bodeguita Los Caracoles, gran bar de tapas en Sevilla

Exposición 25 Aniversario de la Asociación Muestra de Arte Plaza del Museo

Adiós a La Antigua Abacería de San Lorenzo