Adiós al pintor y catedrático, Antonio Barragán de las Cuevas
Catedrático y doctor, pintor y maestro de pintores y, en tu
madurez, oficial de la Armada española, lo que te llenaba de orgullo, no hay
nada más que ver tu foto de perfil en alguna red social. Ante todo un caballero
cabal, para el que el honor y la lealtad a sus principios siempre ha sido
bandera de tu personalidad. Siempre elegante y educado, en el fondo y en la
forma, respetuoso y discreto, ojalá nos hubieses contado más cosas aún de las
que tu fértil memoria atesoraba y nos regalabas en aquellas mesas compartidas.
Aún recuerdo la noche que nos conocimos en persona, en aquella surrealista cena en el restaurante Jabalón. Luego tantas tertulias juntos, algunas hasta bien entrada la madrugada, en los comedores del desaparecido restaurante Jamaica de Heliópolis. Fueron tiempos de proyectos, de aunar esfuerzos siempre encaminados al bien de España. Porque tú has sido de los que nunca han cambiado de bandera, fiel a tu idea de la patria, a pesar de que los vientos llevaban años soplando en contra.
Podías haber tenido una vida mucho más cómoda, tu
maravillosa familia, tu trabajo de profesor, tu pintura, pero a los que nos
duelen las cosas de nuestro país, de nuestros compatriotas, de la sociedad que
nos rodea, es difícil que tiremos la toalla, aunque los tiempos y las
circunstancias inviten a otras cosas. Hablando de la familia, un abrazo grande
para Ángeles y para tus dos encantadoras hijas, las tres tan inteligentes, tan
bellas las hijas como la madre, tan amantes de su padre y marido, mi más
sentido pésame para ellas.
En tus cuadros brillaba la luz de tu Huelva natal, sus
paisajes de verdes y azules y los de Sevilla, la ciudad donde vivías en aquel
piso de Los Remedios, que tuve el honor de visitar alguna vez y admirar tus
obras. Tus retratos, como el del rey Juan Carlos I, al que preferiste pintar
con su uniforme de la Armada, el cuerpo en el que has servido como oficial,
orgulloso de vestir el uniforme azul marino, el blanco del verano.
Y en verano te has marchado. Hacía ya mucho que no nos
veíamos, cosas de la vida, que te trae y te lleva a las personas. Espero que
sigas pintando en ese cielo azul que tan alegremente reflejan tus pinturas y
allí nos veamos algún día.
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