Cierran dos bares clásicos, y muy diferentes, de Sevilla
En uno de ellos ya ocurrió algo de eso. La Alicantina no volvió a ser nunca lo mismo desde que lo dejó quién lo llevó a su máximo esplendor, Manuel Postigo. El negocio de la céntrica plaza del Salvador, siempre me pareció un sitio para cierto tipo de público muy del centro, muy de hermandades de negro y caseta del Labradores, ustedes me entienden. Con precios a ese nivel.
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Ensaladilla de gambas |
Mítica era su ensaladilla de gambas, donde el “truco” estaba, en tiempos de
Postigo, en la variedad de patata empleada, en la cocción de esta en el agua de
cocer las gambas, y en la finura de su mayonesa. Aunque la pizarra de la vieja
Alicantina te ofrecía mucho más que la ensaladilla, incluida una tapa clásica
(en realidad casi siempre en medias o raciones en todos sitios) la Cazuela Tío Diego, un plato a base de
gambas, jamón y champiñones, fritos con bastante ajo laminado, recuerdo
especialmente la que servían en el Modesto de Cano y Cueto.
Me toca más de cerca el corazoncito el cierre de Casa Diego. Ese nombre de negocio en
Triana va aparejado a bar de buenas tapas y, en particular, de buenos caracoles. Este en concreto era una
pequeña bodeguita, tamaño garaje en origen, casi en la esquina de Sánchez
Arjona (ahora Virgen de la Esperanza) con Evangelista. Una bodeguita situada
frente a la tapia del colegio de mi infancia, los Salesianos de Triana. Buena cerveza, aliños y mariscos y, sobre
todo, ollas y ollas de caracoles en su efímera temporada anual. En los últimos
tiempos, tampoco faltaban guisos tradicionales, como el menudo.
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Caracoles de Casa Diego |
En cualquier caso, ambos locales, tanto La Alicantina como Casa
Diego, eran otra cosa ya. La primera, después de Postigo, pasando por dos
empresarios más, alguno incluso decidió tapar el azulejo magnífico que preside
la barra (menos mal que no lo arrancó). Casa Diego era ya un negocio
masificado, ampliado su local, con una terraza de mesas altas ganada al
aparcamiento de la calle, donde era difícil encontrar sitio habitualmente.
Me quedo con La Alicantina de los señores pijos del centro y
con la Casa Diego de mi juventud.
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