Tres bodeguitas sevillanas

Recientemente daba noticia en este blog de los Premios Solera que se entregaron días atrás en la impresionante azotea (llamemos a las cosas por su nombre) de La Fortissima. De entre los premiados quiero detenerme hoy en la categoría de bares y tabernas con especial cuidado del vino, o algo así.

El caso es que los premiados pueden reflejar, frente a los gastrobares clónicos controlados por cada vez más los mismos, surgidos en los últimos años, tres locales que, con su singularidad y personalidad propia, nos muestran tres tipos de negocios hosteleros muy de aquí, muy de barra y dueño identificable, al pie del cañón, más o menos simpático, ustedes me entienden.

Manolo Cateca
Me acuerdo de un artículo que escribí cuando dirigía las páginas de gastronomía de El Correo de Andalucía, fue en Septiembre de 2013, diez años dentro de nada, en él ya declaraba mi amor incondicional por Taberna Manolo Cateca. Un lugar de vinos desde principios del siglo XX que Manuel Rodríguez Navarro (Cateca con el costal) restauró para la historia de la hostelería sevillana. Guisos en formato tapa sevillana de siempre, montaditos, chacinas, salazones, quesos… y los vinos, un paraíso de generosos, siempre con alguna novedad que ofrecer a los vinopatas adictos de esta esquina recoleta junto a La Campana de Sevilla.

Alejandro Romero

Otra versión sevillana es Bodeguita Romero, en la calle Harinas. Con su barra en U y una cocina digna de cualquier buen restaurante. Pedro Romero, con nombre de torero legendario, sale por la puerta grande de la historia de los bares sevillanos. Como en las grandes sagas toreras, su hijo ha heredado los trastos de lidiar y cada día lo hace con éxito en esta esquinita del centro. Sus pescados y carnes deslumbran, pero siempre nos podemos acoger al sabor imprescindible de su montadito de pringá. Alejandro Romero es el artífice de la magnífica carta de vinos actual que acompaña a la perfección la larga lista de viandas del negocio, donde el ambiente de barra sigue siendo de culto.



Víctor Gamero

El Mercader de Triana apenas lleva dos años abiertos, por eso, la distinción del Premio Solera es para su propietario, el chef Víctor Gamero, una gran alegría. “Es como quedar en la Liga de los tres primeros junto con el Real Madrid y el Barcelona”, me comenta con su sonrisa de califa de Triana. Es otro vértice de la bodeguita sevillana, una feliz actualización del concepto. Vinos de bodegas singulares y una lista de tapas donde se refleja la personalidad de Gamero, distinto, personal, actual sin perder la tradición, con criterio propio. Alta cocina en un local pequeño, con materia prima eminentemente de proximidad, máxima calidad y productores especiales. La Tintorería Clandestina es prolongación del negocio, una sala especializada en catas maridadas, una experiencia distinta para disfrutar de un menú espectacular con vinos singulares en un sitio muy especial. El grupo se ampliará en breve, os doy la primicia, con un local dentro de la plaza de abastos de Triana (el chef espera que esté abierto en Semana Santa) donde Víctor ofrecerá su personal cocina y singulares vinos dentro del mismo mercado.

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