Horizon: An american saga. Parte 1

Más, quiero más, se me han hecho cortas las tres horas de película, a pesar de los pesares. ¿A pesar de qué?, De que si ha querido ser una película épica, una epopeya del Oeste americano, no lo es, al menos de momento. Es un mosaico de microcosmos, más o menos interesantes, que se van desarrollando a veces demasiado lentamente, para, al final, ser tres horas de prólogo, demasiado para tan solo tener prevista una segunda parte, claro que hacer una miniserie con capítulos de tres horas en un poco disparate. Y hablando de disparates, lo del final ¡¡!! ¿Qué es? Un resumen de lo que está por venir, spoiler innecesario, de hecho se anticipa pasteleo de la niña rubita y el chaval mexicano/indio, me temo que un guiño sentimentaloide indigenista innecesario.  

Horizon nos muestra la brutal reacción indígena a la llegada de los blancos, aunque, para equilibrar el tema, Costner nos muestra la reacción aún más brutal del otro lado por parte de una venganza que oculta un negocio lucrativo, la caza del indio. Terreno resbaladizo en el que se ha metido el autor, pero claro, si se quiere hacer un relato honesto y fidedigno con la historia de los Estados Unidos no le queda otra. 

La ribera de un río del sur estadounidense en disputa, como testigo del pasado, los restos de lo que habría sido una iglesia hispana. Mientras tanto esperamos la aparición de Costner. Y por eso decía yo al principio que quiero más, porque me encanta el género western, porque si además tiene a Kevin Costner dentro, mejor. Para los incondicionales del tema la cosa engancha, más allá de la trama y el ritmo, por la calidad de la película en cuanto a fotografía, en las calidades textiles y ambientales, las casas, las ropas, las armas, el ruido de los disparos, las calles de los poblachos en desarrollo, las carretas y sus aperos… todo respira autenticidad. Esto ya es de por sí, dadas la cantidad de chapuzas de serie B y C que el Western ha generado, un nivel a tener en cuenta.

Dicho todo lo cual, insisto en que hay escenas que rozan la cámara lenta, haciendo unos diálogos un poco desesperantes. Todo ello con la Guerra de Secesión muy al fondo, allá en el Este, cuyos ecos apenas se perciben en esos horizontes inmensos, donde los cerros labrados por la erosión, los prados que se pierden en lontananza, los bosques que escoltan la bajada de un río de aguas frías… Mientras la caravana avanza, observada por el perfil sobre las rocas de dos indios, mientras un pelotón de caballería cabalga contrastando su azul con el polvo marronaceo que levanta su trote.

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