Bodega Martínez Lacuesta, una clásica de Haro (La Rioja)

Cuando una nueva generación de empresa familiar emprende la actualización de la entidad, pueden pasar dos cosas, o que la salven de una mala coyuntura y la impulsen o que la hundan tras la pérdida de los valores que la encumbraron. Cuando escucho a alguien de una bodega decir: “hemos modernizado nuestros vinos en una línea más actual”, me echo a temblar. Pero aún hay algo más inquietante, cuando te venden el cambio apelando a una vuelta a como lo hacían los antepasados, entonces me temo lo peor.

Ayer caté, junto a la Asociación de Sommeliers de Sevilla, nueve vinos de Bodegas Martínez Lacuesta, una elaboradora tradicional de “vinos finos de Rioja”, fundada en 1895. La cita fue en Gastro Terraza La Fortissima, un lujo catar buenos vinos junto a un encantador grupo en un local como este, al atardecer de la primavera sevillana con la Giralda y la Catedral al lado, un grupo, me refiero a Don Raimundo, siempre dispuesto a prestar sus magníficas instalaciones para eventos de este tipo. 

Javier Bañales, Director General de la bodega, fue el conductor de la cata, llevándonos con sus amenas e instructivas explicaciones, a través de la gama casi completa de los vinos de Martínez Lacuesta. Catamos dos blancos, un muy interesante Martínez Lacuesta Tempranillo Blanco 2022, con crianza sobre lías de estas peculiares uvas, que trasladan frescura, con notas cítricas y vegetales y recuerdos de fruta fresca, con cierta untuosidad en boca. Bastante más plano y menos interesante me pareció el Campeador 2021 Viura.

Todos los demás fueron tintos. Comenzamos por la gama Martínez Lacuesta tradicional, con un estimable Martínez Lacuesta Crianza 2019, elegante y fresco. Tanto el Martínez Lacuesta Reserva 2012, como el Gran Reserva 2011, se me quedan un poco cortos, además de ser demasiado parecidos entre sí. Son vinos de indudable calidad, frescos y fáciles de beber, pero no entiendo que se den entre 30 y 40 meses de crianzas en barricas de roble, para luego presumir de que la madera no se nota.

Por último, cuatro vinos bastante distintos a los anteriores y entre ellos. La Sucursal 2020, unos 9 meses en barrica nueva de roble francés, este sí es una apuesta por un vino más moderno; solo unas 5.700 botellas de Tempranillo proveniente de viñedos de unos 60 años, para un vino con fruta roja madura, regaliz de campo, fresco, carnoso en boca y con un toque mineral al final, tánico, irá creciendo en la botella.

Campeador 2021 Garnacha es un juego de frescor y fruta, donde aparece el toque dulce y cítrico de la naranja sanguina. Campeador Reserva 2014 es un placer para los amantes de los riojas clásicos de la segunda mitad del siglo XX; un 50% Tempranillo y 50% Garnacha con 26 meses de roble americano y 46 más en botella, para un vino sedoso, muy redondo en boca, con tostados elegantes envolviendo una fruta muy madura, con cierta evolución oxidativa y final goloso. Por desgracia el menos agraciado en diseño de etiqueta y botella.

Por último, probamos el Martínez Lacuesta Gran Reserva 2010 125 Aniversario. Un vino especial, un 100% Tempranillo con 54 meses en roble americano, que no se notan, y 48 meses en botellero. Capa granate, fruta madura en nariz, con un trago ligero, pero con personalidad y concentración. Un vino muy especial, selección de tan solo 15 barricas, que crecerá con el tiempo.

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