Emilio Álvarez Frías marcha a su puesto eterno
Recuerdo una anécdota, por desgracia la última vez que lo vi
en persona. Iba a pasar por Chipiona y hasta allí nos desplazamos un grupo de
camaradas desde Sevilla. Habíamos quedado para comer juntos en la terraza de
uno de los bares de la Cruz del Sur, junto al mar. Se presentó con terno
absolutamente blanco, camisa, pantalones, calcetines y mocasines blancos de
rejilla, como de otro tiempo. Como siempre, afable, con su pausado hablar lleno
de la sabiduría del tiempo, con cierto desengaño en el fondo de los ojos,
quizás por los paraísos perdidos que pudieron ser y no fueron.
Nunca se le ha agradecido bastante su incansable labor por
sacar adelante, a veces casi (y sin casi) en solitario, numerosas publicaciones
donde recogía artículos de compañeros de toda España, suyos también, haciendo
llegar puntualmente dichas publicaciones a nuestros buzones pues, hasta tiempos
recientes, se publicaban en papel, como su larga trayectoria al frente de la
revista Altar Mayor. Pero Emilio
también supo adaptarse a las nuevas técnicas y crear textos en ediciones
digitales, incluso en los últimos tiempos, publicar incansablemente su visión
de las cosas de nuestro país en redes sociales como Facebook.
En los últimos tiempos fue director de publicaciones como Cuadernos de Encuentro y El mentidero de la Villa de Madrid.
Además de publicar su opinión sobre la actualidad de la patria en la web La razón de la proa. Publica un último escrito en su muro de Facebook el pasado 13 de Junio. Eso se llama morir con
las botas puestas, aunque habría que decir mejor, morir sobre el teclado.
Descansa en paz amigo, Emilio, sin duda eras de los mejores.
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