A fuego lento. La pasión de Dodin Bouffant

El mermado 20 Festival de Cine de Sevilla, me ofreció anoche, escribo en una luminosa mañana de sábado un 26 de Noviembre, una de esas películas que te hacen sentir que algo más de dos horas de tu tiempo difícilmente pueden ser más gratas delante de una pantalla grande. La magia de la sala, el pagado de focos y el momento en que las luces construyen formas en la pantalla, comienza el espectáculo.

La pasión de Dodin Bouffant” es un goce de los sentidos, lástima que las películas no desprendan aromas (casi no hace falta en esta de lo bien que se fotografían los vapores), para los cinéfilos en general y, muy particularmente, para los que además nos tenemos por gastrónomos.

El director de origen vietnamita, Trân Anh Hùng construye un film de enorme sensibilidad, una oda a la cocina, al amor y también a la amistad. Un juego plástico que nos ofrece en su fotografía y en sus escenarios, conseguidísima la dirección artística, una sinfonía de fotogramas encantadores, poéticos a veces, con detalles que evocan a los pintores de la época, estamos a finales del siglo XIX, como la sugestiva imagen del lavatorio corporal de la protagonista, una recreación magnífica de aquellas bañistas de Renoir o Toulouse – Lautrec, aquellas imágenes intimistas y caseras de los impresionistas. La luz de las velas, de los candiles de petróleo, del sol matizado por la campiña francesa, los colores de la huerta, de los establos, la calidez de la cabaña de los amigos gourmets, la cocina, epicentro de la historia, donde se cuece el amor, sereno y constante de Eugénie, una esplendorosa Juliette Binoche, en su bella madurez, y el no menos esplendido, Benoît Magimel, como el “Napoleón gourmet”, Dodin Bouffant. También están esplendidos los secundarios. 

Algo que hay que agradecer, que no haya músicas que oculten los diálogos, como ocurre, a veces insufriblemente, en casi todas las películas norteamericanas. Aquí la banda sonora es puntual y tan evocadora como todo lo de esta maravillosa película. Pero hay una protagonista por encima de todo, la cocina francesa, la grandiosa gastronomía clásica del país galo y, algo fundamental que ellos nos han enseñado, la importancia fundamental e imprescindible de los buenos vinos acompañando cada plato. Los vinos maravillosos de las distintas regiones, el adecuado para cada plato.

Así se inicia la película con el fantástico almuerzo de esa especie de sociedad gastronómica que forman los amigos de monsieur Dodin, con el significativo paralelismo de los hombres en el elegante salón, degustando con placer platos y copas, mientras en las cocinas están las mujeres, Eugénie, la cocinera y amante del propietario del château, su ayudante, Violette, y la hija de los hortelanos, la sorprendente niña prodigio de la gastronomía, Pauline (Sara Adler) que el gran cocinero adoptará como precoz aprendiz.

Hacer la comida a la persona amada como hacerle el amor, mirarla mientras suspira de placer. Te pones a pensar en el menú soñado para ciertas personas de tu vida, personas queridas, amigos, amantes, el menú de despedida quizás.

No me extraña la nominación a la Palma de Oro en Cannes 2023 a esta maravillosa película, así como el premio al mejor director a Trân Anh Hùng en esa misma edición. También está nominada al Giraldillo de Oro de este Festival de Sevilla. El director, nacido en Dà Nang en 1962, con doble nacionalidad vietnamita y francesa, obtuvo el León de Oro en Venecia en 1995 por su película “Cyclo” y, el año anterior, la nominación a mejor película extranjera para los Óscar por, “El olor de la papaya verde”.

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