Carmelo Rodero Crianza 2021 (D. O. Ribera de Duero)

María y Beatriz Rodero
He esperado varios días para abrir mi botella de Carmelo Rodero Crianza 2021, para que reposara varios días después de su viaje desde la bodega familiar de Pedrosa de Duero (Burgos) Coincide la cata de este vino, no por casualidad, con la presentación del relevo generacional en la bodega. Una tarjeta firmada por Mari Rodero y la firma de Beatriz Rodero impresa en la etiqueta de la botella, nos proclaman como Carmelo, ese tipo abierto, extrovertido, de lucida calva y lúcida mente, va dejando los destinos de sus vinos en manos de la siguiente generación, las de sus hijas, criadas entre los viñedos y las barricas de la bodega.

No está tan lejano el día, la primera cosecha en el mercado fue 1991, en que personas del campo como Carmelo Rodero y su esposa Elena, fueron transformando el campo de las comarcas ribereñas en nueva tierra de promisión del vino español. A la intuición y conocimiento de la tierra del padre, se aúna la formación de las hijas, Beatriz, enóloga formada en Burdeos, con bagaje internacional y hoy Directora Técnica de la bodega; su hermana, María, formada en Administración y Dirección de Empresas y al frente actualmente de la Dirección Comercial. 

Carmelo Rodero Crianza 2021 es un vino elaborado mayoritariamente con Tempranillo (90%) de los viñedos vecinos de Pedrosa, tierras arcillosas con subsuelo calizo que están entre los 837 y 862 metros de altitud. Tiene un pequeño aporte de Cabernet Sauvignon (10%), que le proporciona al vino mayor complejidad y estructura (y ciertos matices de campo). Recibe una crianza en barricas nuevas de roble francés de 15 meses. Una botella de calidad, perfectamente vestida, nos dice que el hábito también hace al monje.

Un muy bonito color rubí intenso de bordes rojizos ya nos atrae. En nariz resaltan frutillos rojos y negros combinados con notas especiadas. En boca muy entero, con cuerpo y estructura, evolucionando hacia ser un gran vino. Mantiene frescura, fruta golosa, tostados elegantes y ciertas notas minerales y de especias finas. Largo y persistente, presenta una tanicidad de entrada que se va suavizando, variando sus matices según el plato que acompañe. Por ejemplo, con el cordero asado se muestra en todo su esplendor de fruta golosa y sedosas notas cremosas del roble. Con un queso tostado de oveja resaltan más las especias que proporciona la barrica francesa. Con una mousse de chocolate, pues sirve también para el postre, los taninos se pulen y suavizan, sobresaliendo notas torrefactas.

En definitiva, un gran vino que garantiza que Bodegas Carmelo Rodero tiene asegurado un futuro muy brillante dentro del mundo del vino español e internacional.

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