Descubrimos los blancos castellano-manchegos de uva Airén

Y digo bien, descubrimos, porque la variedad blanca Airén es una gran desconocida, cuando no históricamente denostada, en el mundo del vino español. Quizás algo de culpa de esa mala prensa que tiene este varietal sea por su condición de gran productividad y sus cualidades como uva destinada a la destilación de brandy. Tampoco ayuda su tradicional comercialización  a granel. De hecho es la uva blanca más cultivada en España y la segunda por detrás de la Tempranillo (en sus múltiples versiones locales) suponiendo el 20,8% del viñedo español y, nada menos, que el 98,4% del castellano manchego.

Hay que felicitar por la iniciativa a la Fundación Tierra de Viñedos, adscrita a la Junta de Castilla La Mancha, cuya presidenta, Ana Granados, introdujo el acto y dio paso al director de la cata y director de la revista Mi Vino, Antonio Candelas. Magnífica la sala de catas habilitada por el hotel Inglaterra, que se complementó con un salón de vinos donde pudimos probar los de otras bodegas, incluidos tintos y alguna otra sorpresa. 

En la cata pudimos apreciar hasta ocho vinos elaborados con el varietal protagonista, Airén. Blancos que, con sus diversos matices, dependiendo de la bodega y de los métodos particulares de elaboración, marcaron unas pautas comunes: Brillantes capas amarillas con vivos reflejos verdosos. Buena acidez traducida en un paso de boca fresco y alegre; frecuentes notas herbáceas, más o menos destacadas según el vino, con nítidas presencias de camomila (flor de manzanilla) y notas de hinojo (anís estrellado). En algunos el trabajo con lías les da cierta robustez y densidad, en otros, la peculiar frescura que da la estancia más o menos prolongada en vasijas de barro (Podéis ver los vinos y las bodegas catados en foto adjunta).

En el salón adjunto habilitado con mesas donde las bodegas ofrecían sus vinos a los presentes, certificar, en conversaciones con los bodegueros, los precios de venta tan contenidos de estos vinos en general. Los tintos, con la Cencibel (Tempranillo) como protagonista, en sus etiquetas más clásicas, suelen ser algo sobre madurados, muy golosos y con maderas marcadas en los de mayor crianza. 

Alguna sorpresa como el Bobal Icon de Vega Tolosa, una bodega familiar de Casas Ibañez (Albacete) que también tiene una gama fantástica en sus etiquetas Finca Los Halcones. Vinos muy bien presentados y de cierto interés, como el Pontevs de Bodegas Puente de Rus (San Clemente, Cuenca). O como, después de probar dos mediocres espumosos de Chardonnay, la sorpresa de uno muy estimable precisamente elaborado con Airén, me refiero a Lienzo, de Virgen de las Viñas (Tomelloso, Ciudad Real).


Repito, una fantástica iniciativa para conocer más profundamente vinos de otras regiones, que ojalá se repita con otras comarcas vinícolas españolas y tipos de uvas autóctonas de cada una de ellas.

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